jueves, 9 de febrero de 2017

UNA O DOS LISTAS

Rodolfo Fortunatti




El óptimo es que las grandes coaliciones formen, cada una, solo un pacto electoral para las próximas elecciones parlamentarias. Esto porque es el que les reditúa más votos y, en consecuencia, más diputados y senadores, dado el nuevo sistema electoral que beneficia a quienes unen fuerzas. Pero, aunque lo dicho es una certeza técnica, es refutado con argumentos de escaso peso.

Las dos razones que se han planteado para rechazar la idea de un solo pacto de la Nueva Mayoría han sido: primero, que son siete los partidos y que este número excede el máximo de candidatos permitido por pacto, al menos en diez de los veintiocho distritos, fuera de que, en ciertos lugares, algunos partidos desearían postular a más de un candidato; y segundo, que la exigencia de un 60 por ciento como máximo de hombres o de mujeres no permitiría cubrir satisfactoriamente los cupos autorizados, porque no habría mujeres suficientemente competitivas para capturar la adhesión del electorado.

Dos listas: más candidatos; menos parlamentarios

En la siguiente tabla aparecen los nuevos distritos, seguidos por el número de diputados que elige cada uno, el máximo de candidatos por pacto, y la cantidad de diputados que la Democracia Cristiana elegiría en cada distrito conforme a la votación obtenida en la reciente elección municipal.


Debe haber hasta 183 candidaturas por lista para elegir a los ocupantes de 155 sillas parlamentarias. Esto equivale a una proporción de 1,18 candidatos de pacto por asiento parlamentario, misma cifra que debiera operar para fijar la proporción adecuada entre candidatos por partido y candidatos elegibles.

Si con su última votación la DC tiene la probabilidad de elegir 27 diputados, su máximo de candidatos debería ser entonces 32. Ello, sin perjuicio de aumentar dicha cifra en la negociación en función del potencial de votación esperable conforme al comportamiento de todo el sistema. La falange podría pretender un cupo por cada uno de los veintiocho distritos y duplicar su oferta en otros cuatro, dos de los cuales indudablemente serían los distritos números siete y ocho. A las otras seis colectividades todavía les quedarían 151 cupos de candidatos para competir por los 128 asientos parlamentarios teóricamente disponibles.

Ahora, si la DC concurriera a un pacto acompañada solo por otro partido de igual implantación electoral, entonces casi triplicaría sus cupos. Amplificaría su oferta de 32 a 92 candidatos, aliviando así el trabajo de la secretaría nacional al despejar conflictos que, de otro modo, entrañarían complejas negociaciones: la presión por ser candidato, los costos asociados al mecanismo de primarias internas, el cumplimiento de los plazos cuando los órganos de conducción están absortos en el procedimiento de refichaje y, desde luego, la defensa del principio uti possidetis latente en 19 de las 20 diputaciones en ejercicio.

El Partido Socialista —lo mismo que el Radical— ha desechado ir en más de un pacto, pero el PPD, en cuyas filas surgió por primera vez el año 2008 la idea de dos listas de candidatos a concejales, se ha mostrado abierto a esta posibilidad. De concretarse, un virtual pacto DC-PPD contaría con dos candidaturas presidenciales.

Lo cierto es que con la fórmula de las dos listas la DC elegiría menos parlamentarios, y la multiplicación de candidaturas no necesariamente redundaría en un mayor acopio de votos.

Ley de Cuotas no es óbice

La norma impone a los partidos que, del total de sus candidaturas declaradas, ni las postulantes mujeres ni los aspirantes hombres superen el 60 por ciento. Para cumplir con la regla, al menos 13 de los 32 eventuales candidatos DC de una lista común deben ser mujeres. Si, en cambio, el arreglo es de dos listas, la cuota mínima de mujeres sería de 37.

El temor que abrigan quienes se oponen a una lista común es que las candidatas mujeres no serían elegibles, lo cual generaría dos consecuencias negativas: primera, que el partido perdería esos votos, que irían a engrosar otros caudales y, segunda, que le arrebatarían el cupo a un candidato hombre probablemente elegible.

¿Qué pasaría empero si fueran dos listas? Ocurriría, dicen, que el partido cumpliría con la Ley de Cuotas sin dificultades, porque 37 de sus 92 candidatos serían mujeres y éstas, además, no amenazarían sino que contribuirían al éxito de los candidatos hombres. El antecedente que tienen a la vista es aquel residuo del sistema binominal que ha hecho que de toda la bancada DC de la Cámara Baja, sólo una, Yasna Provoste, sea mujer.

En las pasadas elecciones, el 31 por ciento de los candidatos democratacristianos a concejal eran mujeres, y el 27 por ciento de todos los concejales DC que resultaron electos son mujeres. Esto significa que 10 de cada 22 candidatas ahora son concejalas, mientras que 10 de cada 18 candidatos pudieron llegar al Concejo Municipal. El PDC fue el partido que eligió más mujeres concejalas: 111. Así pues, la brecha de elegibilidad entre unos y otros es marginal y puede ser reducida con medios políticos eficaces.

No existen razones prácticas que justifiquen ofrecerle a la ciudadanía más de una lista de candidatos, menos todavía considerando que la de noviembre será la primera experiencia competitiva bajo un régimen proporcional.


Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD: Mujeres y elecciones municipales 2016.


Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD: Mujeres y elecciones municipales 2016.


Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD: Mujeres y elecciones municipales 2016.