Jaime Hales Dib
Se bajó Lagos, como muchos lo esperaban. En una buena declaración, en
lenguaje culto y preciso, asume que no tiene posibilidades de ganar y
por eso no va. Porque hay quienes que solo compiten cuando creen estar
seguros de ganar o cuando obtendrán ventajas adicionales en una
negociación posterior. Ministerios o algo por el estilo.
Los demócratacristianos nunca hemos sido así.
Ya desde la Falange aprendimos a vivir derrotas por largo tiempo,
convencidos de que llegaría el momento de alcanzar el poder para hacer
la prometida revolución en libertad. Y así fue, avanzamos con un
programa claro y cuando nada parecía indicar que ganaríamos,
vino esa elección en Curicó que obligó a la derecha a retirar a su
candidato y terminamos ganando con sus votos, pero con nuestro programa.
Y terminando el período de Pinochet, construimos la ansiada alianza
histórica que los DC propusimos desde 1958 y con más claridad en la
campaña de Tomic en 1970. Con esa alianza hicimos lo que hicimos: faltó
mucho, pero conseguimos mucho en estas décadas. Esa es la cruda verdad.
Y cada vez que hubo que designar candidato presidencial, fuimos a
primarias o lo intentamos. Con Frei en 1993, frente a Lagos que iba
apoyado por socialistas, PPD y radicales. Y ganamos. Con Zaldívar en
1999, contra Lagos que tenía el mismo apoyo, más el de muchos
demócratacristianos en forma abierta o encubierta. Y perdimos, sin que a
nadie se le ocurriera romper la coalición.
Alvear se negó a competir en la primaria y renunció, no porque fuera a
perder ante Bachelet que tenía el apoyo de todos los demás, sino porque
se dio cuenta que el propio presidente del Partido y sus más cercanos
preferían apoyar a Bachelet y la abandonaron. Su renuncia fue una
protesta interna y no el miedo a perder. Frei consiguió en el
período siguiente el apoyo socialista y nos enfrentamos en unas
primarias rarísimas, que las ganamos en el primer round. Perdimos con
Piñera, pero se consiguió ampliar la coalición formando la Nueva Mayoría
que a muchos les incomodaba. Pero fue organizada por el mismo grupo que
ahora parece temer a los comunistas o repugnar de ellos.
Levantamos la candidatura DC en contra de todos hace 4 años y no nos
dio temor alguno la derrota que, pese a que fue aplastante, nadie asumió
las responsabilidades políticas de ello y por el contrario seguimos en
la coalición.
Ahora, porque algunos descubrieron que los comunistas son
partidarios del régimen cubano, hay quienes quieren romper con la Nueva
Mayoría. Y hacen todo lo posible. Entonces dicen: si Lagos renunció,
estaremos solos frente a los socialistas, el PPD y los radicales y eso
no nos conviene. ¿Cuál es la novedad? Siempre ha sido así y nunca hemos
temido.
Lo que no nos conviene es hacer cosas que tampoco lo convienen a Chile, como por ejemplo romper una alianza hacia los cambios.
Hoy tenemos una candidata atractiva por su juventud, sus
planteamientos, su trayectoria breve pero intensa. Estamos en mejores
condiciones que nunca para ganar al candidato radical, partido que
debiera ser casi nuestro aliado natural. Guillier y Goic confrontados,
nos da esperanzas de poder vencer en las primarias y luego ganar a la
derecha. Si gana Guillier, trabajaremos por él. Si gana Goic, todos
ellos nos apoyarán.
Es decir, las posibilidades están abiertas.
Algunos de los que piensan en ir solos a la primera vuelta sin pasar
por elecciones primarias han dicho que no votarán por Guillier en
ninguna circunstancia. Incluso una ex ministra ha dicho que renunciaría a
la DC si se apoya a Guillier. Eso recuerda que otro dirigente
dijo que jamás sería parte de un gobierno que tuviera ministros
comunistas… y lo fue. Son amenazas y bravatas que no se sostienen en el
tiempo. Y si quieren irse, ella y algunos neoliberales, poco se
perdería.
La campaña de Carolina Goic puede ser la gran oportunidad de rescatar
nuestras ideas y con ellas, más el trabajo nuestro y de la candidata,
ganar las elecciones primarias. Lo tenemos todo, nuevos bríos, una gran
postulante, una decisión de trabajar, no para hacer negocios propios,
sino para intentar conducir a Chile cada vez por mejores sendas de
cambio hacia la consecución de aquellos cambios profundos que hace 50
años prometimos al país.
No ir a primarias significa renunciar a la alianza histórica
que hemos buscado y conseguido. Sería darle en bandeja el triunfo a la
derecha. Porque una campaña presidencial en la estemos enfrentados no
nos haría fácil cruzar apoyos en la segunda vuelta.
Ya se habla en duros términos de Guillier, ¿podemos imaginar lo que
se dirá en una campaña? ¿Podemos imaginar cómo nos daremos duro entre
quienes hemos sido aliados por más de 30 años? Y todo eso para darle
paso a la derecha que quiere retroceder en todos los avances que hemos
hecho. Una derecha “más derechista” que nunca, donde vuelven a sonar los vítores a Pinochet.
Si queremos seguir adelante con nuestro proyecto de gobierno nacional
y popular y la revolución en libertad de 1964; si queremos rescatar la
revolución chilena, democrática y popular de 1970; si queremos construir
una sociedad de justicia, libertad y democracia cuyo centro sea la
persona humana, como lo hemos prometido en estos últimos 30 años,
entonces el camino es fortalecer la coalición yendo a elecciones
primarias y pactando un programa de gobierno que articule las urgencias
con el sentido de los cambios, formando equipos de gobierno claros y
capaces.
Renunciar a las primarias es salir de un camino que nosotros hemos construido con esfuerzo y dedicación.
Puede ser la hora para Chile tenga el presidente que merece, una
mujer joven, abierta, inteligente y apoyada por grandes equipos de
trabajo.