sábado, 13 de junio de 2020

PALABRAS A LUCHO, NUESTRO QUERIDO GORDO

ÓSCAR OSORIO



"Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado”…
Elegía, poema de Miguel Hernández



No te perdono Lucho esta partida. No puedo, me niego. Te perdono todos los envoltorios de dulces con los que aparecía tu camioneta, cuando salíamos  a terreno en la búsqueda de algún proyecto; o todas las bebidas de fantasía en tu refrigerador; o las sopaipillas con las  amenizábamos nuestras sobremesas, mientras escuchábamos algunos de tus discos favoritos;  o incluso algún pastel o facturitas que aparecían junto a un café cortado. O aquel causeo de patitas con un vaso de chicha y pipeño en el “Wonder Bar, por allá en la calle Balmaceda”. En fin, todo lo que “teóricamente” no podías comer. Todo te perdono, pero esta partida no. Muy temprano la muerte levantó el vuelo y nos ha dejado desolados.

La última vez que nos vimos en persona fue unos días después de tu llegada de Australia en el mes de marzo. Almorzamos en el mítico Bar La Unión de Nueva York 11 y me entregaste algunos recuerdos para Pamela, mi señora y Daniela, mi hija mayor. Ambas le envían a Gisela, Alejandra y Francisca, toda su ternura y consuelo. Luego, de manera virtual el miércoles 27 de mayo, día en que Marcos Mora nos invitó a una reunión para hablar del futuro del  mundo rural post pandemia del Covid 19. Tú fuiste el de la idea y Marcos la implementó. Quedamos en escribir algunas cosas y estábamos muy entusiasmados.  Nos veríamos de nuevo el lunes 1 de junio. Pero no apareciste. Te llamé el martes, miércoles y jueves por la mañana. Luego Ramiro nos contó la infausta noticia: Estabas en la clínica con Covid19. De ahí todo fue una caída libre. Qué paradoja más grande de la vida Lucho. Pero estamos convencidos con Marcos, querido Lucho, que la única forma de honrar tu memoria es terminar  o más bien, empezar a trabajar en esto.

A Lucho lo conocí hace mucho tiempo, por allá en los 80 en INPROA. Pero nuestra amistad comenzó a consolidarse en el Ministerio de Agricultura allá por finales de los 90. Y sobre todo  durante estos últimos 20 años, en donde coincidimos en INDAP hasta mediados del primer gobierno de Piñera. Después volvimos al Ministerio, él a Indap, para ser jefe de la División de Asistencia Financiera,  yo a la Subsecretaria. Tuvo una gran gestión Lucho. De una gran solidez técnica y profesional, como ex alumno del Instituto Nacional, de la carrera de agronomía en la Universidad de Chile y posteriormente de un Magister en Finanzas, en la misma Universidad, aunque nunca hizo halago de esto, sino que sobresalía  fundamentalmente por una gran calidad humana. El  diseñó y redactó la primera política del segundo gobierno de la Presidenta Bachelet hacia el mundo campesino: Resolver el gran problema de la deuda histórica de los productores y organizaciones campesinas. Además, por supuesto, de implementar todo una arquitectura de soporte y ayuda financiera a la actividad campesina. ¡¡¡Fue un gran directivo público!!!!

Luego, a partir de marzo de 2018, de nuevo a la incertidumbre y a guarecernos del chaparrón. Sin embargo, Lucho salió con una ala herida. La nueva autoridad, inventó una acusación en contra de algunos funcionarios de Indap, entre los cuales se encontraba él también. Esto lo dejó muy mal, muy decaído, muy decepcionado. Por eso cuando la Contraloría General de la República, al revisar el caso después de un año, decreta la nulidad de lo obrado, es decir, que no había  méritos para la acusación,  Lucho estaba más tranquilo. Pero quienes lo  acompañamos en todo este trance, durante toda este tiempo de felonía y  mentiras, no podemos ni debemos olvidar, que una de las consecuencias de  esta ominosa acusación fue  una parálisis facial que lo tuvo recluido en su hogar por meses y de la cual finalmente se recuperó. Esperamos que la autoridad política de Indap, retire esta acusación. Es lo menos que merece una persona de la calidad,  estatura moral y probidad de Lucho, de la que todos los trabajadores y funcionarios  de Indap, junto a las organizaciones de campesinos del país, dan fe.

Un rasgo que caracteriza a Lucho era ser querendón: de su familia por supuesto, de sus hijas Alejandra y Francisca, lo mismo de sus hermanos Jorge, Marcela y Pablo. De Gisela, su esposa por años, de quien siempre hablaba con orgullo de sus logros  Pero cuando hablaba de sus hijas, se iluminaba. Por eso estaba tan contento con el viaje a Australia para  visitar a su hija Alejandra, ingeniera civil industrial y que trabaja allá en una empresa minera y acompañado también por Francisca, quien está terminando la carrera de Veterinaria. Y cuando lo llamé por el deceso de su madre, me comentó lo feliz que se sentía  de conversar tanto con sus hijas. Al respecto, me recuerdo que en el mes de agosto del año pasado, que nos encontramos para armar algún proyecto o sueño, de los tantos que teníamos, que le dije: Luchito, hoy está de mi cumpleaños mi “taita”, acompáñeme a servirme una copa de vino en su recuerdo. Por supuesto fuimos de inmediato y nos conversamos la amistad en una botella de vino. Me comentaba de la trayectoria de su Padre, de su huella como abogado, de su trabajo en el sindicato de Tranviaros de Chile y en el Ministerio de Obras Públicas y recordábamos además que su padre y yo teníamos un amigo común, sin conocerlo yo a él, por supuesto y sin que Lucho supiera. En efecto se trataba de Mardoqueo Cáceres, abogado y escritor, de quien fui amigo allá por los 80’. Mardoqueo, visitaba su casa cuando lucho era niño. El mundo es un pañuelo.

En fin, en cada momento honrábamos la amistad. En cada rincón de Chile generábamos nuevos amigos y concitábamos entusiastas adhesiones a nuestras ideas, más bien a las suyas: Que la fábrica de alimentos para ganado en Convento Viejo; que las ovejas en Temuco, que la lechería en Los Ríos y la Araucanía, para familias mapuches;  que el cordero Kunco en San Juan de la Costa, para un grupo de mapuches –huilliches; que las cabras en el Choapa, o en Florida o también en María Pinto. Inventaba posibilidades, generaba conversaciones con sentido. Tenía una capacidad inmensa para comunicar el propósito de un negocio. Siempre con respeto y poniéndose en el lugar de los otros. Sobre todo cuando estos otros eran campesinos o comunidades indígenas. Con ellos Íbamos a iniciar un par de proyectos en la Araucanía y otro en el norte, con la comunidad indígena de ChiuChiu, allá por Calama hacia el interior. Estábamos lanzados a terminar esos proyectos, mientras no se repusiera el  anhelado proyecto de Leasing ganadero, que desarrollaba con Jaime Leal. Sobre este proyecto me decías: “profesor, aquí le vamos a pegar el palo al gato”. Nos recordábamos una gira oficial que hizo Lucho, a algunos países de Europa, el año 2016 con otro gran amigo de Lucho, Ramiro Sanhueza, justamente para obtener antecedentes de seguros agrícolas.  Por ahí circulan algunas fotos, donde Lucho aparece  muy elegante.

Estimado amigos y amigas, familiares, hijas de Lucho. Hoy,  la amistad está de luto, aquella de la mano abierta y cálida;  hoy, la generosidad (creo que este es uno de los rasgos más característicos de su personalidad) tan necesaria en nuestro país pierde a uno de sus más grandes representantes; hoy,  el compromiso con los más necesitados, con los campesinos, con el mundo indígena, pierden a uno de los directivos más comprometidos con su causa; hoy la democracia cristiana, pierde a uno de su más nobles y comprometidos militantes, esos que son imprescindibles y que tanta falta le hacen en estos tiempos;  hoy, hemos perdido al gran Lucho Alfaro Lucero,  y yo he perdido a un amigo entrañable, a un hermano.

Sé, que ningún dolor será comparable como el que en estos  momentos sufren  sus hijas y familiares más cercanos. Por eso quiero recordar una anécdota. Por estos días, pero el año pasado, Lucho vino a mi cumpleaños y casi al final del evento, hizo un discurso que lo dirigió a mis hijos, y del cual todavía se recuerdan. Fue muy emotivo.

Es por esto que hoy, en esta esta infausta fecha, con un dolor que me lacera el alma, le digo lo mismo a Alejandra y Francisca: Vuestro padre fue un gigante, un insustituible, una persona valiente, por hay que ser muy cojonudo para decirle a la autoridad, ¡No! de mi división no se va nadie, cuando durante el primer gobierno de Piñera nos pedían gente (grasa como acostumbran a decir ellos) para echar. Y Lucho se negó. Eso es honrar al Indap, eso es  honrar a los trabajadores; eso es honrar las convicciones,  y por supuesto,  honrar como nadie, la dignidad.

Por donde anduvo nuestro querido gordo, dejó huellas: Hugo Ramos, nuestro común amigo de Inproa y del IICA, te envía sus abrazos emocionados desde Freirina, junto a un ramo de flores del desierto florido; Julio Cárcamo, desde Puerto Montt, nuestro “propio” en la zona mientras preparábamos proyectos para pescadores artesanales de la comuna de Maullin, allá por el 2013,  envía lágrimas de amistad, historias de temporales, y si pudiera, un cajón de “piures”, esos que te gustaban tanto y que tú preparabas, como gran Chef que eras,  con tanto cariños para los comensales; Edgardo Lienlaf, desde el Temuco profundo, envía sabias palabras y nos dice que ahora estarás en el Wenumapu, lugar donde reposan el espíritu de los guerreros; Agustín Mariano Quinchao, también de Temuco, quien es además el presidente de Campocoop, envía abrazos emocionados, también agua, harina y miel para tu viaje; Daniel Rebolledo, vicepresidente de Campocoop, un asado de costillar de vacuno y vacío, como dicen los cuyanos, y unos chamamés para que los escuches y te acompañen. Bernardo Candia, alcalde de San Juan de la Costa, además de las condolencias, envía sopaipillas, pebre y chica de manzana, de ese hermoso territorio al cual querías llegar a vivir.

Lucho querido, gordo añorado, nos va a costar mucho rearmar nuestras vidas sin tu presencia cotidiana, sin tu lucidez, sin tu alegría, sin tus historias. No es así Ramiro; no es así Rodrigo; no es así Tonci; no es así, Claudio; no es así Dionisio; no es así Jorge M; no es así Jorge V; no es así Marcos; no es así Monchito; no es así Juan Carlos; no es así Lucho. 

Profesor, como decía él, la vida no termina con la muerte, sino con el olvido y tú permanecerás vivo,  no solo en nuestros corazones, sino en cada brindis, y en cada abrazo que celebremos la amistad, aparecerá tu rostro y tu nombre: Luis Alfaro Lucero.

Lucho querido, hermano del alma, descansa en paz. Termino estas palabras con los versos finales del poema Elegía, de Miguel Hernández 

“A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero”…
Oscar Osorio (Oso) Valenzuela

Junio 13,  2020