Conclusiones 2da. Reunión ampliada de la Comunidad
Democratacristiana Progresista
Santiago, 23 de
agosto 2014
Con Otto Boye y Aldo Villaseca en nuestros corazones.
El país
Chile atraviesa por un momento crucial de su historia. Por primera
vez en décadas se ve enfrentado a la decisión de instalar las bases culturales
que darán sostén a una sociedad más integrada y democrática. No otra es la gran
trascendencia de la Reforma Educacional, eje central del actual debate
nacional, y desafío ineludible para la justicia y para la paz social.
Por eso las virulentas reacciones de la derecha política,
que ha perdido la serenidad de juicio indispensable para abordar el diálogo
democrático. Y por eso también la arrolladora maquinaria de propaganda
movilizada por la derecha económica que, a través de su prensa, su televisión,
sus universidades y redes educativas, ha buscado frenar el curso institucional
de la reforma.
La Nueva Mayoría, su claridad política y estratégica, su
cohesión interna y su voluntad de continuidad, es la garantía del éxito de la
Reforma Educacional. Y el modo de dividirla es precisamente introduciendo el
falso debate de laicos contra humanistas, de izquierdistas contra centristas,
de democratacristianos contra comunistas. Frente a ello hemos afirmado que la
única supremacía legítima en la Nueva Mayoría es la hegemonía de los derechos
fundamentales, de la democracia y del régimen constitucional. De este etos
histórico y social fluye el cemento que le da consistencia y solidez a su
unidad interna.
Y es dentro de este consenso fundacional que el aporte
específico de la Democracia Cristiana a la Nueva Mayoría es, primero, su
decidido y permanente combate a las desigualdades y, segundo, la recuperación y
promoción de una nueva ética ciudadana. Por un imperativo de justicia, nos
proponemos erradicar todas las desigualdades. Las desigualdades de acceso a la
salud, a la vivienda, a la educación. Las desigualdades territoriales y las
desigualdades entre hombres y mujeres. Las desigualdades étnicas, las de acceso
a los servicios y a la justicia.
Aspiramos, asimismo, a una transición cultural —de suyo más
extensa y profunda que la transición política y económica— hacia una ética
ciudadana de lo público y del Bien Común, que, por lo pronto, supere el
primario instinto de lucha por el poder y por la distribución de cargos. Lo
decía León Bloy, cuando sus palabras iluminaban los caminos de los viejos
falangistas: «La revolución social será
moral o no será». Necesitamos con urgencia de este nuevo espíritu, para
reparar la fractura que divide al país, a nuestra coalición y a nuestro
partido.
El partido
Como hace cincuenta años, debemos conquistar presencia en
la sociedad, en la vida comunitaria de las personas, en las luchas de
reconocimiento, y en los movimientos de opinión. Y debemos hacerlo a partir del
testimonio, que es nuestra principal herramienta. Erradicando a todo trance las
prácticas políticas envilecidas. Vigorizando el consenso interno en torno al
programa de gobierno, tanto hacia dentro del partido, como hacia fuera de la
colectividad, principalmente hacia la comunidad nacional. Porque el programa no
refundará un nuevo Chile, pero sin duda es la plataforma sobre la que se
construyen los sueños del nuevo Chile.
Lo declaramos sin ambages y lejos de todo ánimo de ruptura:
¡Abrigamos el firme propósito de conquistar la conducción del partido! Y para ello, forjaremos las alianzas y
desplegaremos los esfuerzos que este compromiso nos reclama. Lo haremos a plena
luz del día y de cara a nuestros camaradas de partido. Esta fue la metodología
que nos permitió ser escuchados y apoyados en la última Junta Nacional. Estos
los modos que nos permitieron aumentar nuestra participación en el Consejo
Nacional y en la Mesa. Y éstas las formas a través de las cuales rescataremos
las instituciones partidarias de su persistente deterioro, y restableceremos la
integración de todos y el respeto a todos los militantes.
El futuro
Es imperativo imprimirle contenido y voluntad a la lucha
contra el neoliberalismo. Si ha sido posible discernir una Teología del Pueblo,
que valora la cultura y la memoria popular como formas de construcción social
de la realidad, del mismo modo es viable imaginar una Política del Pueblo que
exprese el aporte de cada persona a la formación de la política. Para
conseguirlo debemos fortalecer la Nueva Mayoría, trabajando codo a codo en el
mundo social junto a nuestros aliados. Promoviendo el diálogo, la colaboración
y la movilización de sus activos. Y hacerlo desde nuestra propia memoria y
tradición. Recuperando el sentido y trascendencia de la Revolución en Libertad,
una gesta nacional que abre la etapa de mayor democratización de nuestra
historia republicana, la que se extiende de 1964 a 1973.
Debemos saber volcar este espíritu en el VI Congreso de la
Democracia Cristiana, alimentando el trabajo de elaboración y la formación de
equipos de trabajo, entre los que cobran relevancia las comisiones de Derechos
Humanos, de Migraciones y de Ciencia y Tecnología que hemos de constituir.
Debemos también vigorizar el Frente de Pobladores, logrando que éste recupere
su autonomía de decisión, de cualquier manera, la establecida en el Estatuto del
Partido, y consiguiendo que los dirigentes sociales sean incorporados a las tareas
políticas internas.
Debemos avanzar hacia formas de financiamiento de la
actividad política interna desligada de mecenazgos y dependencias que limiten
las facultades de decisión de la militancia. Lograr, por otra parte, empoderar
a las directivas territoriales para que puedan emprender iniciativas de
formación y capacitación de la militancia.
En lo que a nosotros respecta, debemos afianzar nuestra
presencia en los diversos ámbitos internos del partido, y precisar el alcance
de nuestras alianzas internas. En lo posible, mejorar la organización, la
captación y asignación de recursos, el diseño y la elaboración políticas, las
comunicaciones, la difusión y el empleo eficiente de las redes sociales.
De esta manera continuaremos desarrollando y consolidando
nuestro programa y tareas aprobadas y respaldadas por más de un centenar de
camaradas en nuestra declaración de julio 2014 “PORQUE SON LAS RAICES LAS QUE DAN VIDA AL PARTIDO: Sentido y urgencia
de una opción democratacristiana progresista”.
Conclusiones 2da. Reunión ampliada de la Comunidad
Democratacristiana Progresista Santiago, 23 de
agosto 2014