Por
Alberto
Sepúlveda Almarza
Doctor
en Ciencias Políticas y Sociología
Presidente
de la Asociación Chilena de Especialistas Internacionales (ACHEI)
Vicepresidente
de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Estudios Internacionales
(FLAEI)
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Chile
ha tenido, en las últimas tres décadas, un explosivo crecimiento en su PIB que
lo ha colocado a la cabeza de América Latina, tanto en sus ingresos como en la
casi totalidad de los indicadores sociales como, esperanza de vida, calidad de
sus sistemas educacionales o en lo referente a la cobertura en salud.
Esta
situación se debe a su inserción en la economía global, a la
internacionalización de las actividades de las empresas chilenas, que hoy
tienen más de 70.000 millones de inversión externa, a la exportación de bienes
y servicios, etc.
Se
calcula que más de dos tercios del PIB chileno deriva de sus actividades
relacionadas con la globalización. Y, sin embargo, el país no ha evolucionado
hacia la creación de un Sistema de Relaciones Internacionales y ello constituye
una gran limitación para el crecimiento sostenido de la economía y para la
elaboración de de una política exterior con el grado de sofisticación adecuado
a la nueva.
Vamos
dando algunos antecedentes:
El
presupuesto del Ministerio de Relaciones Exteriores ronda en el uno por ciento
del presupuesto total del Estado, tal como ocurría hace cinco décadas.
-El
personal de diplomáticos de carrera es unas quinientas personas. Hoy Chile es el
país del planeta que cuenta con la mayor cantidad de Tratados de Libre Comercio
(TLC´s) y Acuerdos de Complementación
Económica ( ACE) y ello ha implicado abrir Embajadas u Consulados en
Asia, Europa del Este y ahora África y una mayor presencia ante los organismos
internacionales, muchos de ellos de reciente creación. Y, sencillamente, no hay
personal.
- La
Agencia Chilena de Cooperación Internacional (ACHGI) cuenta con recursos tan
escasos que ha habido años que sólo podía pagar los sueldos del personal y realizar
actividades financiadas por otros Estados mediante la triangulación de
servicios. Todo ello en momentos en que la cooperación internacional es uno de
los instrumentos más importantes de la actividad de un país moderno.
- En
Chile no existe ningún departamento dedicados a la investigación y
planificación de nuestras relaciones internacionales, ni en el Estado, ni en el
sector privado, ni en las instancias universitarias. En la Cancillería existe
una Dirección de Planificación pero no es un organismo de planificación
diplomática.
Esta
situación es sumamente grave ya que deja abierto el campo a la improvisación.
-En
Chile no hay ningún Doctorado en Relaciones Internacionales, apenas cuatro
Maestrías en la Disciplina y apenas una Licenciatura en ese campo. Esta
situación contrasta con las tendencias mundiales e incluso latinoamericanas. Es
así que en Brasil hay más de diez mil
alumnos en programas de estudios internacionales, varias Licenciaturas ,
Maestrías y Doctorado. Algo similar
existe en México y, en un grado menor en Argentina, pero muy superior a la
situación chilena.
-En
Chile no existen mecanismos de financiamiento para la redacción de libros, para
su impresión y redes de distribución. En lo referente a revistas está “Diplomacia”, de la Academia Diplomática que
bajó de seis números al año, con un tiraje de cuatro mil ejemplares a uno al
año con un tiraje de mil ejemplares.
Hay que
dejar constancia que las Revistas de la Marina, del Centro de Estudios e
Investigaciones Militares (CESIM) y de la Academia Nacional de Estudios
Políticos y Estratégicos (ANEPE) publican ensayos y artículos sobre temas internacionales, en forma
esporádica.
-FONDECYT
financia al año menos de diez investigaciones parciales sobre estudios
internacionales, cantidad ínfima del total de proyectos que aprueba. Además los
evaluadores no son especialistas en relaciones internacionales.
-Una de
las novedades del mundo moderno ha sido la aparición de organismos
internacionales en el ámbito de la Ciencia Política, de las Ciencias Sociales o
de las Relaciones Internacionales, como en nuestro caso de ACHEI, FLAEI, o WISC
(Comité Mundial de Estudios Internacionales en sus siglas inglesas). Los
Congresos y Seminarios de estas asociaciones son enormemente importantes ya que
ahí se fija la Agenda Mundial de los
temas que se estiman prioritarios. Y, de hecho, han sido instrumentos de las
grandes potencias para legitimar e imponer concepciones que promueven sus
intereses.
Por
ello que los países globalizados financian estos eventos y la participación de
especialistas partiendo por lo mínimo:
El pago de pasajes y gastos de estadía.
En
Chile no existe nada parecido y la tónica ha sido la de estar ausentes de esos
eventos, situación altamente peligrosa. Prefiero no ahondar en la materia.
En el
pasado se argumentó que el país no tenía recursos para abordar las expensas que
imponía el desarrollo de estas actividades y de las instituciones que hay que
crear o promover. Esta argumentación podrí a tener cierta validez cuando Chile
tenía una economía cerrada y las exportaciones de cobre eran monopolio de
empresas de propiedad extranjera.
Hoy el
cuadro es radicalmente distinto.
Nuestra
prosperidad depende de la eficiente inserción en el mundo, no sólo en los aspectos económicos, también en los
políticos, culturales y científicos.
Y
debemos responder a los nuevos desafíos que enfrentamos.