Tercera reunión
ampliada, 15 de noviembre de 2014
1. — Recientes encuestas, a través de una prensa controlada por
la derecha, han instalado en la opinión pública la percepción de que el Gobierno
y la Oposición estarían empatados. Esta sensación, a ratos empapada de desconfianza
y temor, promovida a propósito, busca poner en duda la necesidad imprescindible
de las reformas. Forma parte de un diseño estratégico-táctico dirigido a
dividir a la Democracia Cristiana, aislarla de la Nueva Mayoría, frenar las
reformas a la educación y al régimen político, y reposicionar a los actores que
pierden su poder a fuerza del avance y legítima presión social del nuevo ciclo
que vive el país.
2. — Debemos ser autocríticos no sólo de la gestión
gubernamental sino de los partidos y especialmente del nuestro. No hemos hecho
las cosas todo lo bien que se podrían haber hecho. Es indudable que grupos
regresivos han aprovechado las distancias que median entre el programa de la
Nueva Mayoría, las expectativas de la población y las percepciones reales de lo
que el Gobierno ha podido concretar. Hay una opinión crítica al Gobierno donde
convergen los sectores interesados en que no haya reformas y los sectores que
lucharon para que estas se realicen, pero que se ven frustrados en sus
aspiraciones. Es lo que sucede con una reforma tributaria tan tímida que ha
dejado intocados 280 mil millones de dólares —equivalentes
al PIB de Chile— en el exterior y lo que ocurre con la evidente postergación
de la educación pública. Esto desorienta a la opinión de la ciudadanía. Hay
problemas de diseño estratégico y comunicacionales, pero sobre todo, de
compromiso. De voluntad política y acción colectiva con mirada de largo plazo. Precisamos
zanjar las diferencias internas del PDC y de la coalición, para fortalecer la
adhesión de la ciudadanía, al proceso de transformaciones. Hacerlo con
apertura, sin amenazas ni contradicciones sin altura.
3. — Para conseguir esta obligada sintonía, debemos mejorar la
coordinación entre el Gobierno y la Nueva Mayoría. Pero ello, nos demanda a
nosotros los democratacristianos desarrollar una actitud de servicio sin
mezquindad a los requerimientos. Hay que ayudar al Gobierno y no entorpecerlo.
Especialmente hay que mantener una postura perseverante y oportuna hacia todos
los sectores que propician pacíficamente el avance y el progreso frente a cada
coyuntura. Hacen falta vocerías en cuestiones tan relevantes como la reforma
laboral, la salud, las aefepés y las relaciones exteriores En ese sentido urge
recuperar la actividad de la Comisión Internacional del partido. Necesitamos
una acción política con presencia en el mundo social y que esté continuamente
alimentada por las fuentes ideológicas y doctrinarias que dan perfil a nuestro
marco cultural. Debemos ser capaces de llevar al límite nuestra capacidad de
propuesta, a través de la formulación de políticas y programas y, sobre todo,
caminando junto a los jóvenes, la semilla del futuro, los trabajadores y el
mundo popular todavía postergados. Así podremos actualizar y reproducir los
anhelos de justicia y libertad de las pasadas generaciones.
4. — La Democracia Cristiana es un partido de avanzada social,
con una rica diversidad étnica, cultural, generacional, religiosa, de clases,
género, pensamientos y experiencias. Debemos dar cauce a esta multiplicidad mediante
prácticas pluralistas y tolerantes, sin jamás perder de vista aquello que nos
une, y que nos faculta para ser constructores del Bien Común, nuestra vocación
histórica de cambio por la justicia social. Somos parte de la Nueva Mayoría y
nuestro desafío es fortalecerla y consolidarla. Ella es garantía de progreso de
los derechos y de la dignidad de los chilenos, lo que por sentido común nos
aparta de concurrir a un pacto de gobierno con la derecha. Parte de los retos
futuros, es la sucesión presidencial, donde todos los partidos, también el nuestro,
tienen derecho a postular un candidato. Pero pensamos que estas opciones no
deben ser inoportunamente anticipadas porque, en vez de contribuir, ponen obstáculos
a las transformaciones en curso.
5. — Tenemos la firme voluntad de conquistar la conducción del
partido a través de una alternativa amplia, mayoritaria y comprometida sin
ambages con el programa de la Nueva Mayoría. Entendemos que un principio
práctico para concretar esta opción, pasa por el acuerdo, primero, en torno a
un programa y su adecuada comunicación, después en torno a las personas que
mejor representen los ideales de progreso y de colaboración en el seno de la
centroizquierda. Para contribuir a esta iniciativa pondremos a disposición de
un nuevo pacto los nombres de mujeres y hombres que encarnan el liderazgo del
progresismo democratacristiano.
6. — Pensamos que la renovación de la mesa nacional del partido
debe ocurrir con posterioridad a la realización del VI Congreso. Porque sólo
así las ideas irán delante de la acción política, y sus frutos nos permitirán sortear
con éxito la elección municipal de 2016. Por eso, postulamos cambiar el
calendario del primer semestre del año 2015, en el sentido de prorrogar la
elección fijada para el 29 de marzo, y, simultáneamente, anticipar el Congreso,
fijado para el mes de julio.