Belisario Velasco
LA DEMOCRACIA CRISTIANA realizó un Consejo Nacional
«ampliado» con el solo propósito de analizar sus vínculos con el Gobierno y con
la Nueva Mayoría.
Las definiciones plasmadas en el voto aprobado revelan
problemas políticos que se arrastran largo tiempo y que se han visto agudizados
por una agitada coyuntura nacional con lamentables situaciones internas que no
se han definido, todo en un contexto de omisión en nuestro debate DC.
Es facultad de la Junta Nacional —cuya realización parece
eludirse, pues no se la cita ni se la reúne desde julio de 2014, en circunstancias
que debería hacerlo al menos una vez al año— sancionar la cuenta de la anterior directiva y las
propuestas de la actual mesa.
Es de su competencia también confirmar la selección de candidatos a alcalde y concejal y determinar los pactos electorales. Pero, sobre todo, es resorte de la Junta Nacional pronunciarse sobre asuntos cruciales, como las reformas constitucional, educacional, laboral, de descentralización, de partidos políticos, y problemas como los de gestión en salud.
Es de su competencia también confirmar la selección de candidatos a alcalde y concejal y determinar los pactos electorales. Pero, sobre todo, es resorte de la Junta Nacional pronunciarse sobre asuntos cruciales, como las reformas constitucional, educacional, laboral, de descentralización, de partidos políticos, y problemas como los de gestión en salud.
Un Consejo Nacional, aun cuando se amplíe a ministros,
subsecretarios, intendentes y parlamentarios, no puede sustituir las facultades
ni la riqueza de la deliberación política de la Junta Nacional, donde están representadas
las bases del partido a través de sus presidentes provinciales y comunales, sus
frentes sociales, y sus delegados de regiones. En las provincias y comunas se
vota, pero no se las escucha. ¿Cuál será el resultado?
Nadie debería suponer que un consejo de estas
características, pueda actuar como sucedáneo de nuestro órgano superior de
decisión, sin menoscabo de la institucionalidad y de la vida partidaria. La
desconcentración del poder es obra de una lucha progresiva que no admite ser
revertida a través de expedientes administrativos ni por mayorías
circunstanciales.
No hay ninguna razón que impida reunir a la Junta Nacional en la
primera quincena de enero, antes de las primarias municipales, ordenando el
debate en comisiones de trabajo que recojan las propuestas de las juntas
regionales, provinciales y comunales que la preceden.
Lo mismo vale para el Congreso Nacional del partido. Muchas
de nuestras controversias ventiladas públicamente se deben a que no se respetan
las resoluciones del anterior congreso ni se quieren resolver las del nuevo.
Aunque lo normal es celebrar uno cada cuatro años, el último se realizó hace ocho años, y el que se inició el año pasado ha permanecido inactivo.
Aunque lo normal es celebrar uno cada cuatro años, el último se realizó hace ocho años, y el que se inició el año pasado ha permanecido inactivo.
Reactivar el Congreso es un imperativo estatutario,
partidario y político insoslayable, por lo que urge fijar un itinerario que,
entre otras acciones, considere elegir a sus congresales en el mismo evento de
primarias municipales, dictar su reglamento, nombrar su Secretaría Ejecutiva, y
convocar a su comisión organizadora.
La ciudadanía ha sido llamada a participar en un proceso
constituyente que tiene como finalidad elaborar las bases ciudadanas para una
nueva Constitución Política. Éste envuelve un ejercicio de movilización civil
al que se exponen las ideas de todos los partidos políticos.
El proceso constituyente no es una elaboración neutra. Entraña
confrontar nociones acerca de cómo queremos vivir y cómo queremos ser
gobernados.
Por eso, la importancia que le da el partido debe reflejarse en la creación de una subsecretaría nacional para el proceso constituyente, que coordine y oriente nuestra visión constitucional, y que convierta a la comuna en la unidad básica de este acto republicano donde se expresen las fuerzas vivas de la comunidad nacional.
Por eso, la importancia que le da el partido debe reflejarse en la creación de una subsecretaría nacional para el proceso constituyente, que coordine y oriente nuestra visión constitucional, y que convierta a la comuna en la unidad básica de este acto republicano donde se expresen las fuerzas vivas de la comunidad nacional.