martes, 1 de septiembre de 2015

EMERGE GOIC



Rodolfo Fortunatti







































Las crisis son pruebas que permiten aquilatar el temple de los liderazgos. Sobre todo de figuras emergentes, exigidas no sólo a demostrar control y equilibrio frente a las turbulencias, sino de acreditar atributos políticos más permanentes, que son los que despiertan confianzas, estimulan adhesiones y capturan el apoyo de los electores.

El actual es un momento crítico para la política en general. Lo es para el gobierno y la oposición. Y también lo es para la Democracia Cristiana, el principal partido de la Nueva Mayoría y, quizá por ello, la colectividad en cuyo interior se reproducen todas las tensiones que generan las definiciones de futuro.

Una de tales definiciones es el lugar que debería ocupar la tienda en el actual espectro político. Hay quienes la confirman como una colectividad situada en la centroizquierda, y quienes la desean como una entidad aliada a la centroderecha, esto es, Fuerza Pública, Amplitud y Renovación Nacional.

De cómo, finalmente, decantará el conflicto dependerá de cuán bien le vaya al gobierno y de cuán cohesionada se muestre la oposición. Parece claro que el éxito de las reformas fortalece una opción de centroizquierda, como abandonar a la UDI a su aislamiento favorece la aparición de un nuevo conglomerado de centroderecha.

La empatía desplegada por Carolina Goic —senadora, jefa de bancada y vicepresidenta de la DC— hacia la Presidenta, el Gobierno, la coalición y su propio partido, genera un hecho nuevo. Guste o no, se admita o no, la irrupción de Goic la pone en la pista de la carrera por la sucesión presidencial. Con sus 42 años, justo en el centro de la pirámide de población con derecho a voto, queda en posición de capturar la adhesión de los electores más jóvenes, que son los más renuentes a los modos agresivos, competitivos y segregativos con que se practica la política en Chile.

En contraste con esta cultura política, de suyo darwinista, el talante altruista de Goic tiene la virtud de la oportunidad por ser contemporáneo a lo que Frans de Waal ha llamado la edad de la empatía. Una época signada por los anhelos de igualdad, de deliberación democrática, de libertad con los otros, de armonía con la naturaleza y de respeto por la dignidad esencial de las personas.