sábado, 15 de abril de 2017

CARTA ABIERTA DE RICARDO HORMAZÁBAL A LOS MILITANTES DC





Los grupos colorines, guatones y príncipes están en una campaña desatada para tomar acuerdos que aíslen a la DC y que los neoliberales han exigido como precio para apoyar a la candidata elegida en la Junta Nacional. Si eso se concreta, ya que tienen mayoría para ello en la Junta, será tremendamente perjudicial para Chile y la DC. Piñera puede ganar, incluso en primera, por el efecto negativo de los grupos iluminados o dogmáticos.


Con tristeza pero convencido de mi decisión, les informo que NO me refiché, por lo que después de 55 años de militancia en el PDC, de acuerdo al SERVEL, tengo suspendido mis derechos de afiliado al partido” y, por cierto, liberado de las obligaciones consiguientes. No comuniqué antes mi decisión para no afectar el difícil proceso de reunir las firmas, pero el Partido ya ha cumplido con las exigencias legales así que no hay problema en informarles.

Lo decidí luego de un proceso de reflexión exclusivamente personal, en el que consideré la situación nacional, el programa que la actual Directiva Nacional ha promovido, las actuaciones de militantes en temas como la probidad, la política de alianzas, la democracia y la fraternidad interna.

Al no reficharme, me libero de los compromisos políticos partidarios con la actual DC, sin tener que renunciar al Partido que escogí a los 14 años, ya que No dejaré jamás de ser Demócrata Cristiano. Pero no seguiré participando en una entidad que ha dejado de ser, para mí, el valioso instrumento de cambio democrático y promotor de la Justicia Social al que ingresé.

Mantendré siempre mis convicciones doctrinarias de Demócrata Cristiano ya que al conocerlas, a partir de los 14 años, mi vida cobró un sentido profundo: me convertí en una mejor persona, en un chileno comprometido con la justicia social y la democracia, con ciudadanía universal y como mejor servidor en lo social y político.

Nunca olvidaré lo que aprendí de los grandes líderes, como Eduardo Frei Montalva, Radomiro Tomic, Patricio Aylwin, Renán Fuentealba y, sobre todo, Bernardo Leighton. También, aprendí de muchos camaradas que conocí en mi larga militancia y jamás olvidaré todo lo que recibí del PDC en ideales y responsabilidades. Los costos personales que pagué en estos años son ínfimos comparado con lo que recibí, tanto por las oportunidades que el partido me entregó en la constitución de mi propia familia y en los cargos que desempeñé.

Chile necesita partidos prestigiados, con propuestas serias, procedimientos democráticos y disciplina consciente. A los actuales partidos – incluido el PDC –les cuesta abrir espacios a personas e ideas distintas, favoreciendo a los que han sido actores por muchos años y cargan con la responsabilidad del modelo cultural que crea el malestar ciudadano que enfrentamos.

¿Por qué no permiten, por ejemplo, que se doblen los espacios para candidatos nuevos, de modo que el ciudadano pueda decidir con más opciones?

El mal es de muchas instituciones y de todos los partidos, pero más grave para mí, es la situación de la DC, ya que debe ser un partido con más exigencias éticas que el resto. Las encuestas y los datos electorales oficiales son una señal de alerta que las élites partidarias no han querido reconocer. En la última elección nacional participó menos del 40% de los chilenos con derecho a voto. Eso es muy grave para la democracia chilena, pero muy apropiado para la minoría que manda.

Los resultados de elecciones parlamentarias y de concejales grafican el malestar ciudadano. Para diputados, en 1993 obtuvimos 1.827.373 votos que corresponden al 27,12%. El año 2013, recibimos 967.003 votos, que corresponden al 14,33%. 900 mil voluntades menos. En las municipales del año 1992, votaron por la DC 1.854.679 ciudadanos, lo que representó un 29%. En las municipales del 2016, el partido recibió 579.398 votos, un tercio de los votantes, un millón doscientos mil votos menos. En pleno apogeo de los gobiernos de Lagos y de la señora Bachelet, con Directivas que respaldaron Ministros del ala neoliberal o pragmáticos del partido, dos de cada tres votantes nos abandonaron. También en las elecciones internas, la participación se ha reducido de una manera significativa. En las últimas elecciones votaron casi 23 mil militantes, el 18% del padrón existente. A esta fecha, se superó la meta legal de inscritos, logro conseguido con mucho esfuerzo y ubicando a la DC como el sexto partido en número de inscritos.

¿Por qué miles de antiguos militantes no se inscribieron? Conozco las razones de algunos, a quienes escuché con afecto y paciencia, sin decirles nada acerca de mi estado de reflexión que culminaría en la decisión de tampoco reficharme.

Ya he anticipado mis razones y puedo añadir que me es inaceptable que se haya negado, una vez más, la participación de los militantes en la elaboración del programa. Rechazo las propuestas de las Comisiones Técnicas, copadas principalmente por funcionarios del gobierno y lobistas, pues son contrarias a los acuerdos del V Congreso de 2007 y a lo que los chilenos exigen del PDC.

No puedo apoyar un programa y candidaturas que son “Más de lo Mismo”, que no enfrentan la tremenda desigualdad generada por el modelo económico inhumano, a las AFP, a las ISAPRES, a la cultura del lucro y al abuso de los grandes grupos económicos. Además, una candidatura que excluye a militantes valiosos que conozco y están dispuestos a cooperar.

No puedo seguir junto a personas que encabezan o representan a las organizaciones empresariales que abusan de los chilenos ni de los que promueven y defienden empresas que dañan los intereses del país.

No puedo apoyar a una dirigencia que se aísla en vez de escuchar el clamor popular y cambiar de conducta. En 3 de 4 primarias hemos ido solos contra nuestros aliados, ganamos 2 de ellas, y cuando perdimos, los DC asumimos la derrota, no amenazamos con irnos y trabajamos con los aliados.

Es cierto que Adolfo Zaldívar, cuando él quería ser candidato presidencial, apoyado por su grupo, los colorines, planteó ir solos a las presidenciales, pero el PDC lo rechazó. Los miembros de ese sector que se quedaron, han sido leales al PDC, aunque ya no critican el modelo y llevan años compartiendo el poder con sus archirrivales internos, príncipes y guatones. Ahora, parece que retornaron al “Camino Solo”.

El clima humano y valórico interno en la DC ha cambiado. Las conductas impropias de algunos personeros destacados me hacen sentirme incómodo, molesto, a veces avergonzado, sentimiento que, según constato, no es compartido mayoritariamente ni enfrentado por los órganos pertinentes. Recibir dinero de empresas vinculadas al pinochetismo o a los grupos económicos más poderosos, hacer lobby en contra de los intereses del país, no causa en la dirigencia del Partido el mismo repudio que yo siento.

He notado, también, que a esos militantes y algunos de sus dependientes, les desagradan mis posiciones e incluso mi presencia. Durante mis 55 años de militancia viví experiencias duras y humanamente difíciles, pero siempre logramos superarlas. Hasta ahora, en que es distinto, por la magnitud de la crisis ética y política que se vive en medio de un cambio de época como el actual y del creciente y fundado repudio ciudadano hacia los políticos.

Se rechazó nuestra propuesta para que los dirigentes sociales pudieran integrar por derecho propio las Juntas Nacionales, como había sido la tradición y normativa del PDC hasta la dictadura; y se quitó el derecho de voto a los ex Presidentes del PDC, buscando limitar su capacidad para cooperar con acuerdos en momentos de crisis, como lo hicimos cuando asumió Carolina Goic.

También excluyeron a los parlamentarios de la Junta Nacional, lo que es un grave error, ya que al margen de su mala imagen actual, se debe contar con ellos para la toma de decisiones, si se quiere que obedezcan al partido en sus acciones políticas. Estas decisiones rompen con la historia y aumentan el poder de los administradores de currículos y operadores de las distintas facciones que han ocupado espacios importantes en donde no hay ideas, sólo reparto crudo de cargos.

Participé como candidato en la última elección de Directiva Nacional porque no quise legitimar la “unanimidad” que negociaban las distintas facciones para mantener ese continuismo. Acaté los resultados, a pesar de las serias limitaciones para el debate y la comunicación que dejaron en evidencia la precariedad de nuestra democracia interna.

En la “mini campaña” difundí estas ideas y sostuve que una candidatura DC a la Presidencia de la República se justificaba si cambiábamos, si recogíamos el sentir popular y promovíamos una alianza amplia con el PRSD y otras fuerzas que quisieran también cambiar, ya que la profundización de la democracia y la mayor justicia social requiere de mayorías políticas, institucionales y sociales. En estos días hemos visto como el PS elige líderes nuevos, valientes y abiertos para escuchar a los chilenos y trabajar para respuestas apropiadas a esas demandas, sin el extremismo clásico y sin pretensiones hegemónicas.

Lamentablemente, una mayoría importante en el partido inclinarse a otra opción. Ya en la Junta Nacional de marzo, se abandonaron acuerdos unánimes anteriores que eran: primero un Programa, una estrategia de alianzas y luego la candidatura. Se terminó en un nombre, se postergó la definición estratégica y se dilató la aprobación de un programa que sabemos que ya está definido por los de siempre, en una propuesta que abandona los lineamientos doctrinarios y programáticos acordadas por el V Congreso.

Siempre dije que si un Congreso, más alta autoridad partidaria, que debía reunirse cada 4 años, adoptaba el modelo de los neoliberales, me retiraría de las tareas políticas por tres años, ya que soy respetuoso de las decisiones orgánicas, pero al cuarto año volvería para tratar que un nuevo Congreso retomara el camino apropiado. Después de 10 años sin Congreso, con los acuerdos programáticos y políticos actuales, no puedo seguir acatando lo que considero como desviación doctrinaria y política.

Mi tiempo físico se agota. Tengo ya casi 71 años.

En estos días se ha citado a una nueva Junta Nacional para el 29 de abril, sin temario, incumpliendo los plazos que el estatuto exige. Los grupos colorines, guatones y príncipes están en una campaña desatada para tomar acuerdos que aíslen a la DC y que los neo liberales han exigido como precio para apoyar a la candidata elegida en la Junta Nacional. Si eso se concreta, ya que tienen mayoría para ello en la Junta, será tremendamente perjudicial para Chile y la DC. Piñera puede ganar, incluso en primera, por el efecto negativo de los grupos iluminados o dogmáticos. El eventual apoyo de Ciudadanos, el derechista partido de Andrés Velasco, No evitaría un desastre electoral para la DC, como ya lo vimos antes.

He sido un militante disciplinado y responsable. Cuando representé una mayoría promoví con entusiasmo, seriedad y fuerza las propuestas de justicia social de la JDC y el PDC, y acaté cuando mis posiciones fueron minoría, apoyando, incluso, candidaturas que no incluían esos acuerdos. Tenía la esperanza que la realidad convencería a sus promotores del daño que le hacían a Chile, pero he llegado a la convicción que no lo harán.

Hace dos años publiqué en mi página de Facebook: “He tomado la decisión de no votar por ningún candidato presidencial o parlamentario que no se comprometa a eliminar el lucro en Educación, Salud y Pensiones” La propuesta actual de la DC en previsión, por ejemplo, se salta los acuerdos del V Congreso y otorga más ventajas a las AFP. Inaceptable.

Respeto el legítimo derecho que tienen los sectores ideológicos diversos a la DC a promover sus ideas o el de los diferentes sectores económicos a defender sus intereses particulares, pero no los acepto en el Partido, ya que la DC nació optando por la clase media y los pobres, en el marco del Bien Común del país. Antes eran solo las fuerzas de derecha las que defendían esos valores e intereses propios del capitalismo, pero en la actualidad lo hacen junto con sectores de la Nueva Mayoría y de la Democracia Cristiana en particular.

Practico lo que predico: La imposibilidad de convivir en un mismo partido con personas que profesaran una doctrina distinta Así lo hice con los marxistas del MAPU, con los de la IC, con los cómplices de Pinochet, con los seguidores de caudillos individualistas. Ellos se fueron del Partido y, aun siendo mis amigos algunos, los enfrenté con claridad. Lo mismo hago con los neo capitalistas que han ido concretando alianzas increíbles con otras facciones internas en busca de nuevos aliados externos, para imponer nuevamente su programa, su poder y sus prácticas en la DC. Por eso quien debe apartarse soy yo.

Seguiré trabajando para eliminar la “democracia semi soberana” que vivimos, en la que los representantes del pueblo le otorgan un rol esencial a la tecnocracia neoliberal y marginan a los ciudadanos de las decisiones, como método para mantener un modelo económico social que incrementa la injusticia social y se sostiene en el egoísmo. Creo que el feudalismo político instalado en los partidos, también en la DC, debilita la unidad nacional, afecta la dignidad de las personas y daña al Bien Común. Aprendí, creo y enseño que los partidos son necesarios para la democracia, pero hoy tienen que renovarse y cambiar, abandonando las malas prácticas que los ciudadanos condenan.

Pido, con respeto, a los militantes refichados que voten en las elecciones primarias por Carolina Goic, ya que aunque discrepo de su forma de dirigir y de las propuestas que promueve, creo que es una persona honesta, que no ha ejecutado actos personales contrarios a la probidad. Espero que la DC no apoyará la otra meta de los neoliberales que ya describí: aislar a la DC, ligar a la DC con sectores de la derecha y facilitar el triunfo de Piñera.

Me entristece mi decisión, pero ello no hace sino valorar lo feliz que he sido por haberle entregado 55 de los 70 años de mi vida al PDC. Seguiré estando orgulloso del papel que éste cumplió en la historia de Chile hasta ahora y jamás olvidaré lo mucho que recibí de él. Más allá de mis limitaciones, siempre traté de retribuirle con mi entrega total, mi lealtad a sus principios y decisiones. Continuaré, en los años que me queden de vida, trabajando, en buena onda, en el mundo social y para el mundo social, orientado por las ideas de siempre.

En lo inmediato, trabajaré por una candidatura presidencial que impulse los cambios, que renueve las élites, derrote a la derecha y fortalezca la gobernabilidad democrática.

Me encantaría que la DC recupere en el futuro cercano su esencia y conducta, que cambie, ya que de ser así firmaría gustoso como nuevo militante. Si no, a menos cumpliré otro de mis deseos: No morir en un partido conservador. NO. No moriré en un partido neo liberal.

El Papa Francisco ha señalado hace poco: “Latinoamérica está sufriendo los efectos de un sistema económico en cuyo centro está el dios dinero, y entonces se cae en las políticas de exclusión muy grande. Y se sufre mucho. Y, evidentemente, hoy día Latinoamérica está sufriendo un fuerte embate de liberalismo económico fuerte, de ese que yo condeno en Evangelii gaudium cuando digo que “esta economía mata”. Mata de hambre, mata de falta de cultura. La gente emigra buscando. Porque los sistemas liberales no dan posibilidades de trabajo y favorecen delincuencias. Y están los que se prestan a eso. Así que Latinoamérica tiene que rearmarse con formaciones de políticos que realmente den a Latinoamérica la fuerza de los pueblos”.

Convencido del fracaso del capitalismo y del marxismo y de la vigencia de esas enseñanzas papales, continuaré aportando en la formación de nuevos líderes, que entiendan que el poder es para servir al Bien Común y que la filosofía cristiana nos impulsa a hacer política por amor al prójimo.

Estaré siempre agradecido de esa “minoría profética” con la que compartí tantas luchas internas, limpias, valientes y fraternales, dadas superando las amenazas y a sabiendas que eran testimoniales. Les deseo que tengan éxito en las tareas internas en las que yo fracasé. Sé que me comprenderán. Les reitero mi cariño, respeto y comprensión por su decisión, entrega y lealtad.

Asimismo, valoro mucho a esos militantes DC que, discrepando conmigo en lo político, mantienen una conducta honesta, ya que la ética no es patrimonio de ninguna persona ni grupo. A los DC probos que han asumido el neo liberalismo de buena fe, mi respetuosa y definitiva discrepancia, con la esperanza que puedan recapacitar.

Por mi parte, seguiré intentando ser Doctrinariamente: Cristiano; Ideológicamente: Comunitario; Políticamente: Vanguardia.

Un abrazo fraternal a los amigos con los que trabajamos tantos años y una cordial despedida para los demás.

En estos días tan significativos para los cristianos, con Fe, Amor y Esperanza, te digo
Hasta siempre, Camarada Partido.

RICARDO HORMAZÁBAL SÁNCHEZ.

miércoles, 12 de abril de 2017

MEMORIA DC EN LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA

Ricardo Hormazábal





He enviado a El Mercurio esta nota, reduciendo al máximo su espacio para cumplir con las exigencias formales. Por anteriores experiencias, no las publican, así que uso esta tribuna para ello.
 
Señor Director:

Su diario publica hoy, 11.04. opiniones de la Senadora Goic, Ignacio Walker y Genaro Arriagada. Complemento con los siguientes hechos.

1.- En 3 de las 4 primarias presidenciales realizadas en estos 27 años, la DC compitió sola contra los aliados;

2.- 1993. Frei, respaldado sólo por la DC, ganó a Lagos apoyado por PS, PPD y PRSD;

3.- 1998. Lagos, apoyado por estas mismas fuerzas, derrotó a Andrés Zaldívar, apoyado sólo por la DC;

4.- 2009. Frei, apoyado por la DC, PS y PPD, derrotó a J.A. Gómez, candidato del PRSD;
 
5. Michelle Bachelet, con apoyo PS, PPD, y PC, ganó con más del 70%, a Andrés Velasco, 12%; tercero Claudio Orrego, DC, 8,8% y cuarto J.A. Gómez. PRSD 5%. Públicamente hubo DC que respaldaron a la señora Bachelet.
 
Entonces, el actual escenario no es nuevo.

¿Por qué Frei, sólo con la DC gana a Lagos en 1993? Por qué el PDC estaba unida y era fuerte electoralmente. 29% del electorado la apoyaba.
 
¿Por qué Zaldívar y Orrego son derrotados? Por qué la DC estaba desunida y perdía apoyo electoral. El enemigo está adentro.

¿Hubo algún dirigente DC que propiciara ir solos? Únicamente Adolfo Zaldívar con Hernán Bosselin Ramón Briones, entre otros, sostuvieron que la DC debía llegar con candidato propio.
 Luego, fuera de la DC, votaron por Piñera, No por Frei.
 
El PRSD tuvo la dignidad de asumir los costos de ir solos y No romper.

Genaro entrega gratuitamente a la “izquierda de los indignados” las demandas mayoritarias de la clase media y los pobres que se expresa en elecciones, encuestas y en las calles. La pérdida de 1.200.000 votos entre el año 1992 y el 2016, ocurre en un período en que Genaro y los Neo liberales estuvieron en el gobierno, NO sus adversarios.
 
Ignacio Walker califica el apoyo del PS a Ibáñez en 1952, “populismo irresponsable” Eduardo Frei M. estuvo a punto de asumir como Jefe de Gabinete de Ibáñez. ¿Populista Frei?
 
Walker ha sido el primer Presidente de la DC que firmó un pacto de gobierno con el PC.
 
Atentamente.

Ricardo Hormazábal Sánchez

lunes, 10 de abril de 2017

LAS PRIMARIAS SON EL CAMINO DE LOS DC

Jaime Hales Dib




Se bajó Lagos, como muchos lo esperaban. En una buena declaración, en lenguaje culto y preciso, asume que no tiene posibilidades de ganar y por eso no va. Porque hay quienes que solo compiten cuando creen estar seguros de ganar o cuando obtendrán ventajas adicionales en una negociación posterior. Ministerios o algo por el estilo.

Los demócratacristianos nunca hemos sido así.

Ya desde la Falange aprendimos a vivir derrotas por largo tiempo, convencidos de que llegaría el momento de alcanzar el poder para hacer la prometida revolución en libertad. Y así fue, avanzamos con un programa claro y cuando nada parecía indicar que ganaríamos, vino esa elección en Curicó que obligó a la derecha a retirar a su candidato y terminamos ganando con sus votos, pero con nuestro programa.

Y terminando el período de Pinochet, construimos la ansiada alianza histórica que los DC propusimos desde 1958 y con más claridad en la campaña de Tomic en 1970. Con esa alianza hicimos lo que hicimos: faltó mucho, pero conseguimos mucho en estas décadas. Esa es la cruda verdad.

Y cada vez que hubo que designar candidato presidencial, fuimos a primarias o lo intentamos. Con Frei en 1993, frente a Lagos que iba apoyado por socialistas, PPD y radicales. Y ganamos. Con Zaldívar en 1999, contra Lagos que tenía el mismo apoyo, más el de muchos demócratacristianos en forma abierta o encubierta. Y perdimos, sin que a nadie se le ocurriera romper la coalición.

Alvear se negó a competir en la primaria y renunció, no porque fuera a perder ante Bachelet que tenía el apoyo de todos los demás, sino porque se dio cuenta que el propio presidente del Partido y sus más cercanos preferían apoyar a Bachelet y la abandonaron. Su renuncia fue una protesta interna y no el miedo a perder. Frei consiguió en el período siguiente el apoyo socialista y nos enfrentamos en unas primarias rarísimas, que las ganamos en el primer round. Perdimos con Piñera, pero se consiguió ampliar la coalición formando la Nueva Mayoría que a muchos les incomodaba. Pero fue organizada por el mismo grupo que ahora parece temer a los comunistas o repugnar de ellos.

Levantamos la candidatura DC en contra de todos hace 4 años y no nos dio temor alguno la derrota que, pese a que fue aplastante, nadie asumió las responsabilidades políticas de ello y por el contrario seguimos en la coalición.

Ahora, porque algunos descubrieron que los comunistas son partidarios del régimen cubano, hay quienes quieren romper con la Nueva Mayoría. Y hacen todo lo posible. Entonces dicen: si Lagos renunció, estaremos solos frente a los socialistas, el PPD y los radicales y eso no nos conviene. ¿Cuál es la novedad? Siempre ha sido así y nunca hemos temido.

Lo que no nos conviene es hacer cosas que tampoco lo convienen a Chile, como por ejemplo romper una alianza hacia los cambios.

Hoy tenemos una candidata atractiva por su juventud, sus planteamientos, su trayectoria breve pero intensa. Estamos en mejores condiciones que nunca para ganar al candidato radical, partido que debiera ser casi nuestro aliado natural. Guillier y Goic confrontados, nos da esperanzas de poder vencer en las primarias y luego ganar a la derecha. Si gana Guillier, trabajaremos por él. Si gana Goic, todos ellos nos apoyarán.
Es decir, las posibilidades están abiertas.

Algunos de los que piensan en ir solos a la primera vuelta sin pasar por elecciones primarias han dicho que no votarán por Guillier en ninguna circunstancia. Incluso una ex ministra ha dicho que renunciaría a la DC si se apoya a Guillier. Eso recuerda que otro dirigente dijo que jamás sería parte de un gobierno que tuviera ministros comunistas… y lo fue. Son amenazas y bravatas que no se sostienen en el tiempo. Y si quieren irse, ella y algunos neoliberales, poco se perdería.

La campaña de Carolina Goic puede ser la gran oportunidad de rescatar nuestras ideas y con ellas, más el trabajo nuestro y de la candidata, ganar las elecciones primarias. Lo tenemos todo, nuevos bríos, una gran postulante, una decisión de trabajar, no para hacer negocios propios, sino para intentar conducir a Chile cada vez por mejores sendas de cambio hacia la consecución de aquellos cambios profundos que hace 50 años prometimos al país.

No ir a primarias significa renunciar a la alianza histórica que hemos buscado y conseguido. Sería darle en bandeja el triunfo a la derecha. Porque una campaña presidencial en la estemos enfrentados no nos haría fácil cruzar apoyos en la segunda vuelta.

Ya se habla en duros términos de Guillier, ¿podemos imaginar lo que se dirá en una campaña? ¿Podemos imaginar cómo nos daremos duro entre quienes hemos sido aliados por más de 30 años? Y todo eso para darle paso a la derecha que quiere retroceder en todos los avances que hemos hecho. Una derecha “más derechista” que nunca, donde vuelven a sonar los vítores a Pinochet.

Si queremos seguir adelante con nuestro proyecto de gobierno nacional y popular y la revolución en libertad de 1964; si queremos rescatar la revolución chilena, democrática y popular de 1970; si queremos construir una sociedad de justicia, libertad y democracia cuyo centro sea la persona humana, como lo hemos prometido en estos últimos 30 años, entonces el camino es fortalecer la coalición yendo a elecciones primarias y pactando un programa de gobierno que articule las urgencias con el sentido de los cambios, formando equipos de gobierno claros y capaces.

Renunciar a las primarias es salir de un camino que nosotros hemos construido con esfuerzo y dedicación.

Puede ser la hora para Chile tenga el presidente que merece, una mujer joven, abierta, inteligente y apoyada por grandes equipos de trabajo.


miércoles, 22 de marzo de 2017

SUEÑO FUNDACIONAL


Rodolfo Fortunatti

 

La junta de la Democracia Cristiana fijó un punto de inflexión en la política nacional. Ello, por el lugar dominante que ocupa la colectividad en el amplio arco de fuerzas. Está situada en la línea de frontera, o de fractura —como diría Huntington—, que separa a los dos grandes bloques. Los ajustes que ocurren en el seno de la DC irradian como ondas telúricas hacia la izquierda y la derecha.


No es casual que Francisco Chahuán haya declinado su candidatura en favor del expresidente Piñera, ni que Manuel José Ossandón se haya declarado dispuesto a competir en las primarias de Chile Vamos. No es tampoco fruto del azar que la Nueva Mayoría aspire a organizar su oferta parlamentaria en dos pactos electorales, especie de dispositivo de doble tracción preparado para fortificar los flancos que la amenazan por su derecha y por su izquierda. Ambos principios de cooperación sólo vienen a confirmar que la gran lucha de noviembre se librará una vez más entre las dos principales alianzas. Y éste es el efecto benevolente que se produjo el 11 de marzo: la certeza de que el domicilio político de la DC es la centroizquierda.

Atrás, perdiéndose entre el humo y la bruma, va quedando el sueño refundacional que prometía la competencia en primera vuelta, pues la idea de desmontar el actual sistema de partidos y coaliciones y de sustituirlo por otro, demostró que no tenía viabilidad. Y no porque su diseño estratégico buscara reeditar los tres tercios o abandonar los gobiernos de mayoría, sino porque el bipartidismo que pretendía instalar no forma parte de la cultura política falangista. Un régimen político de dos grandes coaliciones, con una fuerte socialdemocracia en la izquierda, y un poderoso centro reformista —al igual que la internacional—, con partidos de derecha liderados por la DC, es algo que no funciona en Chile.

La Junta Nacional avizoró los costos de esta transición. Vio que el proceso pasaba por agudizar la contradicción entre una candidatura presidencial que propugnaba la unidad de la centro-izquierda y un partido que, como sucedió en 1969 con Tomic, podía optar por el camino propio. Vio que en el mejor de los casos la DC sería relegada a un tercer lugar, pero que, a diferencia de 1970, cuando era el Parlamento quien zanjaba la segunda vuelta, no tendría injerencia en la definición final. Y vio que, después del caos, algunos se unirían a los triunfadores, como ocurrió en 2010, y otros se reagruparían en una nueva alianza de centro-izquierda, cuya constitución demoraría más, pero resultaría en una fuerza política más amplia y perfilada que la actual. Por todo esto la DC eligió el camino de los cambios graduales, vía que le permite sortear la crisis en gestación y evitar así su propio quiebre.

martes, 7 de marzo de 2017

GUTENBERG MARTÍNEZ: "QUE LA DC VAYA A PRIMERA VUELTA IMPLICA VOLVER A RESPETARNOS", DEL DICHO AL HECHO






Entrevista de La Tercera a Gutenberg Martínez


El próximo sábado 11, la junta nacional de la DC enfrentará una crucial disyuntiva: competir en las primarias presidenciales de la Nueva Mayoría o presentarse directamente a la primera vuelta. 

El ex timonel Gutenberg Martínez es uno de los impulsores de la segunda alternativa e impulsará un voto político para que se plebiscite entre los militantes cuál camino adoptar. Estas son sus razones.

Los dichos
Los hechos

El ex presidente de la DC Gutenberg Martínez retoma la ofensiva para que su partido lleve a su candidato presidencial a la primera vuelta, como una vía para recuperar su lugar en un pacto de centroizquierda. “No tenemos matices: nadie está planteando ni camino propio ni menos alianza hacia la derecha. La discusión sobre primaria o primera vuelta es estratégica”, asegura.
La primera vez que alguien planteó el camino propio en la DC fue en su junta nacional, la tarde del sábado 26 de julio de 2014, cuando en un discurso de más de una hora Gutenberg Martínez propuso de cara a la elección municipal que el partido postulara un candidato a alcalde en cada una de las 350 comunas de Chile, lo cual entrañaba salirse de la Nueva Mayoría.

Por otra parte, persistentemente el grupo liderado por Mariana Aylwin ha propuesto que la DC constituya una coalición de centroderecha con Amplitud, Evópoli y Ciudadanos, entre otros referentes.
              
A principios de semana, la Presidenta Michelle Bachelet aludió al episodio generado por la prohibición del gobierno cubano para que Mariana Aylwin entrara a la isla señalando que había que dejar atrás “las peleas pequeñas”. ¿Cómo toma esas palabras?

Tengo una apreciación distinta, esto no es una pelea pequeña. En un mundo globalizado, los temas de política internacional son parte de la política nacional y, por tanto, los temas de derechos humanos y de concepto, práctica y defensa de la democracia son fundamentales, no son algo pequeño, sino que muy sustanciales.
El contexto no es el de la importancia de los derechos humanos, algo que está contenido en la declaración del Gobierno como en la de la DC sobre el asunto. El contexto es el del conflicto generado cuando el sector de Martínez —incluido Genaro Arriagada que por estos días ha reflotado «La polémica entre la DC y el PC»— pide cuentas al PC por lo que hace el régimen cubano y, en virtud de esta conexión, exige la salida del PC de la Nueva Mayoría.

La incoherencia de este planteamiento deriva de que han sido las mesas directivas emplazadas y apoyadas por Gutenberg Martínez y Genaro Arriagada quienes en los últimos años han venido forjando pactos con los comunistas pese a tener estos escrúpulos con los comunistas. Para salvar esta inconsistencia se ha inventado la expresión «acuerdo programático» para distinguirlo de lo que todos ven como una «coalición de gobierno».

Y esto es lo que la opinión pública percibe como una polémica insustancial, incluso, poco creíble.


¿Quedó satisfecho con la respuesta que dio el gobierno a este impasse?

No tengo los antecedentes completos, pero creo que habría sido conveniente que el embajador de Chile hubiese asistido a una de las comisiones de RR.EE. del Congreso. Y también creo que es muy conveniente que se conozca cuál es la nota de protesta que la Cancillería manda para poder saber el tenor de ésta. Creo que el hecho de haber llamado al embajador, sin duda, tiene un significado político importante, pero siempre es posible hacer algo más.
Cada quien en su lugar. La mesa directiva de la Democracia Cristiana ha dado por superado el caso y lo que corresponde a todo militante es actuar con respeto y disciplina.

La reacción del PC frente a este episodio tensiona aún más su relación con la DC…

Este no es un hecho que se pueda simplemente aislar, la DC cree que el nuevo gobierno debe impulsar una política internacional muy activa en materia de derechos humanos y promoción y defensa de la democracia. ¡Cómo lo hacemos con un partido que hoy, en el siglo XXI, dice que en Cuba hay democracia y libertad!
Si la afirmación general es que en materia de derechos humanos y democracia todos deben comprometerse, esto significa que «todos» deben hacerlo con «todos los derechos humanos» y con una genuina «democracia»

Implica que todos los parlamentarios democratacristianos deben votar sin matices a favor de los derechos de las mujeres, de los derechos de los trabajadores, de los derechos de los niños, de los derechos de la educación, de los derechos al agua y al saneamiento y de una democracia fundada en una nueva Constitución.


Más allá de temas programáticos, ¿este tipo de disensos hacen inviable la continuación de una coalición como la Nueva Mayoría?


La Nueva Mayoría es un acuerdo político programático. No es una coalición, serlo implica un grado más alto de acuerdo político. La diferencia con la Concertación es que no teníamos diferencias en los conceptos básicos de democracia, de derechos humanos, de crecimiento con equidad. La experiencia de la Nueva Mayoría ha sido negativa y eso ha quedado demostrado en las autocríticas que los distintos partidos y el gobierno han hecho. Llegar a construir una coalición supone un nivel de acuerdo político mayor que el acuerdo político programático que termina con Bachelet. Estas constataciones en que se ratifica este nivel de diferencia en materias relevantes demuestra un nivel de diferencias que complica a una coalición. Otra cosa es que pueda haber acuerdos puntuales, parciales…
Una coalición no se define por los grados de acuerdo sobre el más allá, sino sobre los contenidos de un programa de cuatro años, al principio de la transición, seis años con Frei y Lagos, y, nuevamente, cuatro años en los gobiernos sucesivos.
           
El consenso al que se refiere Martínez es el de la lucha contra la dictadura que movilizó a todo el pueblo chileno, y cuyo relato condicionó tanto la transición democrática como los programas de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet. Pero nunca la Concertación fue pensada para gobernar un periodo de 20 años y, por eso, no tiene ninguna lógica —derivada de un error teórico y metodológico— comparar este prolongado periodo con las realizaciones del gobierno de 4 años de la Nueva Mayoría.

No es lo mismo un cambio de régimen a un cambio de gobierno. Por eso, no se puede pretender que el consenso de la Nueva Mayoría vuelva a ser el consenso político-cultural para la transición, para restablecer los derechos humanos, las instituciones democráticas y el fomento de las garantías de derechos.


¿Cuáles son, entonces, las condiciones para conformar nuevamente una alianza con el PC?


Todos los partidos de la Nueva Mayoría debiéramos estar en una reflexión sobre lo que se ha hecho, lo bueno y lo malo y la falta de apoyo al gobierno. Y cómo esto ha impactado a nuestros partidos electoralmente y en los sectores sociales. Y los que tenemos un carácter doctrinario, debemos situar esa reflexión en una visión de largo plazo, respecto del país y de nuestro futuro. Nuestra relación es complicada, para nosotros y para ellos. Molesta a muchos militantes y periferias, nuestras y de ellos. Y las diferencias están ya en el límite, si es que ya no lo han sobrepasado.
Por largas décadas las diferencias ideológicas y doctrinarias entre partidos no les han impedido ponerse de acuerdo en torno a políticas públicas concretas. Si no fuera así, no habría sido posible la estabilidad ni el progreso alcanzado en democracia.

Las diferencias doctrinarias e ideológicas con los comunistas han existido desde mucho antes de la reciente prohibición de ingreso a Cuba que ha venido a poner en primera plana la prensa de derechas para agudizar las tensiones con la izquierda en el seno de la Nueva Mayoría.


¿Pero en qué se piensa en concreto cuando se habla de una nueva coalición?


Nosotros estuvimos en los hechos en una discusión permanente durante estos cuatro años, entre la posición refundacional y la que planteaba que los cambios son parte de un proceso, que se sustentan en etapas sucesivas que se fundamentan entre sí. Eso fue una permanente tensión y tironeo que explica parte de las deficiencias del gobierno, las diferencias en la reforma tributaria, en educación, etc. Un nuevo gobierno, si quiere ser eficiente, lograr sus objetivos y lograr apoyo ciudadano y no estar en el 20 o 25%, tiene que tener una sola línea en esta materia. Tiene que resolverse si va a ser refundacional de izquierda o de una línea de centroizquierda, eso es una definición crucial que ordena las definiciones programáticas. A partir de esa definición, después tiene que fijarse la línea central en cada campo. Si en lo económico la línea es crecimiento con equidad o solo equidad. Hay que tomar una línea, no puedes estar jugando nuevamente en dos caballos y sobre esa base, los que están de acuerdo en esas líneas centrales son los que están en posibilidad de formar una coalición. Ahora puede pasar que haya algunos que estén en disposición de cooperar con parte de esa agenda, pero no con el todo, porque discrepen con parte de ella. Eso puede ser una posibilidad, porque en política hay que intentar ser creativo y no quedarse con fórmulas ortodoxas, inamovibles, porque necesita asegurar gobernabilidad. Algo así expresé con la idea de los círculos concéntricos.
Ni las políticas refundacionales de la retroexcavadora, ni las políticas de freno de los matices, han sido las que, finalmente, se han impuesto en el gobierno. Más bien han sido las polémicas desatadas por estas tendencias las que han contribuido, junto a los casos de corrupción que comprometen a personeros y partidos oficialistas, a la pérdida de popularidad del gobierno y de su coalición.

Constituye un exceso de creatividad esta geometría que, con el nombre de círculos concéntricos, busca dar cuenta de distintos niveles de lealtad, adhesión y compromiso con la gestión de gobierno. Un diseño semejante, simplemente, no funciona, en ninguna parte, porque la gestión de gobierno entraña acuerdos concretos sobre objetivos, plazos, iniciativas y recursos. Nadie se compromete hasta la mitad del periodo de gobierno, como nadie se compromete a aprobar sólo en general los proyectos legislativos, dejando a unos otros anónimos el resto del trabajo. 

Una idea como ésta no tiene asidero en nuestra cultura política.


¿Y eso no es tener como socios de primera y segunda categoría?

No, porque no implican categorías, sino que implican niveles posibles de compromiso de cada uno.
En teoría, sólo en teoría, la figura de los círculos concéntricos sí distingue categorías de aliados, como lo hace la iglesia de Saddleback, que jerarquiza a sus fieles según su compromiso de fe.

La Iglesia de Saddleback diferencia a las personas a través de círculos concéntricos que van desde los menos a los más comprometidos: la comunidad, es el mar de gente perdida; la multitud, es la que asiste a las reuniones de los domingos; la congregación, es la que se ha bautizado; los comprometidos, es la gente que ha alcanzado la santidad; y el núcleo, es la gente que ha conquistado el compromiso más profundo.

Diferenciar los grados de adhesión parlamentaria a determinados proyectos del Ejecutivo sería llevar la ingobernabilidad y el caos a su máxima complejidad.


El próximo fin de semana es la junta nacional DC. ¿Usted coincide en que lo más probable es que se proclame a Carolina Goic como candidata del partido?

Me parece conveniente y necesario. Ella representa una excelente candidata nuestra.
Será conveniente y necesaria la proclamación de Goic, y ella será una excelente candidata, mientras quienes apuestan por la primera vuelta tengan chances de llevarla hasta la primera vuelta. Cuando el partido decida competir en primarias, otra estrategia de ruptura se le opondrá a Goic para impedir su cometido.


¿Cómo cambia el escenario presidencial que ella haya aceptado ser candidata de la DC?


Coloca en posición una alternativa indispensable, esto es la opción socialcristiana. Un centro humanista, democrático y reformista.
Goic no hace sino colocar en posición el humanismo cristiano que encarnaron otros, como Frei, Zaldívar o el mismo Aylwin, antes que ella. Lo nuevo de Carolina Goic, no son los valores y principios que simboliza, sino cómo ella traduce estas orientaciones éticas en una práctica política superadora de la vieja política del siglo xx. Es esto lo que cambia radicalmente el escenario presidencial, porque abre puertas y ventanas de par en par para que entre aire fresco y renovado. Esta es la clave de su promesa.

El centro del debate de la futura junta DC será la definición entre primarias y presentarse a la primera vuelta presidencial. Usted es partidario de la segunda opción. ¿Por qué?

La primaria no permite desplegar un planteo con identidad. La sociedad reclama representación de su diversidad y no forzar la homogeneidad y menos antes de tiempo. La primaria no tiene sentido con la existencia de la primera vuelta, esta sustituye con mucha mayor convocatoria y eficacia a la primaria. Que tengamos un consenso en Carolina y que tengamos opiniones distintas respecto de la conveniencia de participar en primarias o hacerlo en primera vuelta son dos temas diferentes. No hay discusión respecto de la persona y eso es un muy buen avance entre nosotros. Un acuerdo leal respecto de una persona. Lo otro es determinar en qué cancha competimos y el partido tiene que pensar en su estrategia mirando el largo plazo, no el corto. Por tanto, es una definición que le pertenece al partido colectivamente, que dice relación con su futuro.
Las primarias y la primera vuelta no se diferencian esencialmente por su capacidad de convocatoria, sino por la función articuladora e integradora que cumplen en el sistema de partidos.

«Las primarias» revisten una competencia entre partidos. Su función es seleccionar al candidato/a e integrar y cohesionar a triunfadores y perdedores en torno a un liderazgo, un programa y una mayoría parlamentaria con vocación de gobierno mayoritario. 

Si la democracia chilena fuera un régimen parlamentario, las primarias no serían necesarias pues su función la cumplirían los diputados, los jefes de bancadas, a la vez, jefes de partidos, y, eventualmente, jefes de gobierno y ministros. Todos ellos estarían obligados a formar coaliciones para darse un programa, organizar los apoyos parlamentarios y constituir gobierno.  

«La primera vuelta» bajo un régimen presidencial, es una competencia entre coaliciones y partidos que ya han definido su liderazgo, su programa y sus cartas parlamentarias. Su función, como la del balotaje, es determinar quién, finalmente, gobernará.


Por eso pide que se pronuncien los militantes…


Sí, pues es una definición tan vital porque gravita no solo respecto de esta coyuntura, sino que tiene impacto respecto del futuro de la DC y por eso todos nuestros militantes tienen derecho a opinar y decidir. Nuestra junta también es representativa y soberana, y por lo mismo debe reivindicar la participación de quienes representa. Pero, además, creo que esto dice relación con los problemas de nuestra democracia, ¿por qué los partidos tienen problemas para refichar? Porque el militante siente que no es consultado en las decisiones importantes y que solo es llamado para elegir dirigentes, pero no es consultado para definir los temas que son gravitantes y en la DC todos sabemos que esto es gravitante, ir a primarias o ir a primera vuelta. Entonces digo: ¿Cuál puede ser el temor que se consulte a nuestros militantes? ¿Alguien ya supone el resultado de esa consulta?
La nuestra es una democracia representativa. Esto significa que se ejercita desde la junta de vecinos hasta el Congreso Nacional y el Gobierno, a través de representantes legítimos, elegidos en elecciones libres e informadas. Lo mismo que en la Democracia Cristiana. Esta es una colectividad institucionalizada donde los militantes eligen a representantes en quienes delegan la facultad de tomar decisiones tanto en la Mesa, como en el Consejo Nacional, la Junta Nacional o el Congreso del PDC.

En estos órganos, como rezan los estatutos partidarios, está radicada la facultad de constituir alianzas políticas, aprobar programas, concordar candidatos y determinar los futuros cargos. Por lo tanto la junta es soberana para proclamar a Goic, resolver la participación en primarias, sancionar la propuesta programática y decidir sus pactos parlamentarios.

La pregunta que surge es ¿por qué no se quiere que la Junta Nacional ejerza sus atribuciones? ¿Por qué se quiere menoscabar el valor y la legitimidad democrática de la Junta? ¿Cuál es el temor a que las instituciones partidarias funcionen? ¿Acaso ellas y sus representantes no expresan la voluntad de 20 mil militantes que se movilizaron en diciembre y enero?     


Pero ¿no es la tarea de los dirigentes resolver estos dilemas precisamente?

No, creo que los dilemas fundamentales en las sociedades modernas y democráticas se resuelven convocando la participación de los ciudadanos. No es desconfiar del dirigente, es que este tenga un mandato más directo por parte del ciudadano, eso activa la participación. Estoy seguro de que va a significar que si en las elecciones internas votaron 21 mil -que era una muy buena votación en términos comparados con los otros partidos- vamos a tener votando 40 mil o más militantes en una definición de ese tipo.
Hay que decir también que la disyuntiva primarias o primera vuelta ha sido convertida en «dilema fundamental de la sociedad moderna y democrática» por quienes bregan para que la Democracia Cristiana rompa con la alianza de centroizquierda.

Hay que agregar a esto que el plebiscito que proponen es el escenario ideal de ruptura pues lleva la polarización interna al límite, movilizando para ello los desproporcionados recursos comunicacionales disponibles. No serían las bases militantes las protagonistas, sino la derecha y sus «periodistas», «analistas» y «encuestólogos» que, durante dos meses, estarían vaciando su artillería contra el partido y sus estructuras.

Como se ha visto en estos días previos a la Junta, en esta campaña eminentemente mediática arreciarían las más acervas críticas contra los comunistas, el Gobierno, la Nueva Mayoría, la Concertación y hasta la transición democrática. Las primarias del 2 de julio pasarían a segundo plano y saltaría al tapete la lucha de todos contra todos.

Cualquiera fuere el resultado del susodicho plebiscito, se abriría una brecha imposible de cerrar y, a río revuelto, y a la larga, la derecha recuperaría el gobierno, porque no habrá sido posible conformar una mayoría de centroizquierda con la Democracia Cristiana. Sería el más grande espectáculo de réquiem por un partido: Mariana Aylwin renunciando a la DC, como lo ha advertido; Carlos Huneeus convocando a la libertad de acción del partido en segunda vuelta; Ignacio Walker llamando a votar en blanco; y otros, émulos de Ravinet, invitando a integrarse al gabinete de Piñera.

Pero la pregunta crucial es ¿por qué quieren el plebiscito? 

Quieren el plebiscito porque los potenciales electores no serían los veinte mil militantes que votaron en diciembre por las estructuras territoriales que quedaron representadas en la Junta Nacional. Lo quieren porque los potenciales electores no serían los veinte mil democratacristianos que en enero le granjearon la mayoría indiscutida a Carolina Goic como presidenta de la colectividad. Lo quieren porque los electores convocados a votar serían los 117.208 inscritos en los registros del Servel; gente que no conoce el partido, que no hace vida partidaria, que no tiene compromiso con la falange, con el gobierno ni con la coalición. Gente que cuando se va a sus casas para que se inscriban responden que no tienen nada que ver con este partido. Gente, en suma, movilizable para zanjar el «dilema fundamental» de continuar en la centroizquierda o de abandonarla.


El gobierno y diversos personeros, entre ellos el ministro del Interior, han opinado a favor de que la DC vaya a primarias. ¿Qué le parece a usted?

A mi juicio, es un principio en la relación partido-gobierno que éste y sus personeros permitan que los temas internos de los partidos se mantengan al interior de estos sin su participación, más cuando se refiere al futuro posterior a este gobierno.
Cuando se trata de Mario Fernández que, como ministro del Interior, ha echado por tierra la tesis de que los ministros democratacristianos no se entienden con la Presidenta o son ninguneados por la izquierda, entonces se alzan voces reivindicando la prescindencia del gobierno en los asuntos internos de la DC.

Cuando era Jorge Burgos quien intervenía en el partido a favor de la política de los matices, entonces no sólo no se le reprochaba su conducta, sino que se le daba tribuna y se la aplaudía. 

Cuando no se aplica el mismo rasero al mismo hecho, el juicio pierde valor.


¿Qué le hace pensar que la Nueva Mayoría sobrevivirá a la presentación de un candidato DC en la primera vuelta?

Porque aprendimos hace tiempo que Chile necesita gobernabilidad, eso supone gobiernos de mayoría y nuestra definición es hacerlo en el espacio de la centroizquierda. Cuando el PPD y el PR notificaron al resto que iban en otra lista en las elecciones municipales, ¿pasó algo al final? ¿O cuando fueron Lavín y Piñera en primera vuelta? Aquí toda decisión estratégica desde la izquierda es válida y las nuestras son cuestionables. Algunos se acostumbraron a imponer sus líneas, sus programas, sus formas de gobierno, y eso también está en juego en esta decisión. Primera vuelta implica volver a respetarnos. Somos a lo menos dos partes y debemos volver a respetarnos.
La DC no sobrevivirá a un camino en solitario, sino como apéndice de una nueva coalición de derecha.

La propuesta de ir a primera vuelta no es comparable con lo que hicieron el PPD y el PR ni Lavín y Piñera en su momento.

Recordemos que el PPD y el PR separaron listas de concejales, pero no de candidatos a alcaldes. De haber llevado candidato a alcalde en cada comuna, habrían roto la Concertación. Lo que, por el contrario, hicieron fue algo semejante a levantar dos listas parlamentarias, pero con un solo candidato presidencial. 

¿Pasó algo al final? Hagamos memoria: inmediatamente después de las municipales de 2008, los partidos Socialista y Demócrata Cristiano, a través de sus timoneles Camilo Escalona y Soledad Alvear, firmaron la denominada Acta de Concepción, por la cual pactaron candidato presidencial y lista parlamentaria común.

Asimismo, cuando Lavín y Piñera decidieron competir separadamente fue, primero, porque dieron por triunfadora a Bachelet, segundo, porque para RN era la única manera de no perecer a manos de la UDI y de su candidato Lavín y, tercero, porque el binominal no les daba más alternativa que unir fuerzas.

Sólo abrigando la íntima convicción de que quien vencerá en noviembre es Piñera, se puede llegar a la conclusión de que el camino propio a la primera vuelta es la senda que debe transitar la DC.


¿Hay riesgo de quiebre en la DC respecto de este dilema?

No, no lo hay. El acuerdo nuestro, que fue un acuerdo unánime de la junta nacional (fui uno de los corredactores del voto en la parte específica), fue señalar que la DC aspiraba a mantener un acuerdo político, para los efectos de gobierno, en el ámbito de la centroizquierda. Ese es nuestro norte. En eso no tenemos matices, nadie está planteando ni camino propio ni menos alianza hacia la derecha. La discusión sobre primaria o primera vuelta es estratégica, cómo logramos presentar mejor nuestra posición, nuestro aporte y nuestra identidad en una minicampaña de dos meses con un electorado parcial o ante todo el país y durante siete meses de una verdadera campaña presidencial.
La primera vez que alguien planteó el camino propio en la DC fue en su junta nacional, la tarde del sábado 26 de julio de 2014, cuando en un discurso de más de una hora Gutenberg Martínez propuso que de cara a la elección municipal el partido postulara un candidato a alcalde en cada una de las 350 comunas de Chile, lo cual entrañaba salirse de la Nueva Mayoría.

Por otra parte, permanentemente el grupo liderado por Mariana Aylwin ha propuesto que la DC constituya una coalición de centroderecha con Amplitud, Evópoli y Ciudadanos, entre otros.


¿Pero se observa un fuerte debate sobre estas dos opciones?


El primer debate es sobre el plebiscito para decidir. El segundo es sobre las dos opciones. Son diferencias reales y muy importantes para el futuro del partido. No solo por lo que estamos hablando en lo contingente.
En este caso, el orden de los factores altera el producto. El primer debate es lo que se quiere convertir en «la cuestión previa», esto es, si la Junta Nacional tiene o no tiene facultades para decidir por primarias o por primera vuelta. Desde la fundación de la colectividad, en 1957, la Junta ha sido siempre soberana para resolver. Por consiguiente, no existe cuestión previa.

El siguiente punto del debate es si la DC participa o no en las primarias del 2 de julio. Se darán entonces distintas razones para oponerse a esta decisión: que los partidos y los candidatos presidenciales podrían no alcanzar a inscribirse y, en último término, que tal vez no haya primarias. Lo cierto es que cualquiera de estas eventualidades puede darse, pero ninguna de ellas es vinculante con el voto de la Junta en apoyo a las primarias. Dicho de otra manera no tiene sentido postergar esta decisión a causa de lo que podría ocurrir pero aún no ocurre. En su momento se convocará a otra junta, como tantas veces se ha hecho, para adecuar los acuerdos a las nuevas circunstancias.

Sólo despejado este punto, no antes, la Democracia Cristiana puede proclamar a su candidata.


Usted habla mucho de la identidad DC. ¿Cuál es esa identidad en lo sustancial?


La identidad DC parte en ser un partido doctrinario y de principios que busca llevar a la realidad y que inspiran su accionar. Su centralidad está en la persona humana, esta no es solo materia y tiene derechos inalienables, como el derecho a la vida. Los DD.HH. En los valores está la trilogía amor-solidaridad, justicia y libertad. Justicia social y libertad con responsabilidad. Subsidiariedad con solidaridad. Lo comunitario es de nuestra esencia, por eso priorizamos las comunidades, los distintos tipos de familias, las comunidades religiosas, las cooperativas, las organizaciones, etc. Por eso hablamos de superar la dicotomía Estado-mercado por la trilogía Estado-mercado y comunidad. Aterrizando esto a lo político, el compromiso con la democracia sin apellidos y el rechazo a toda dictadura. En lo económico social, el crecimiento con equidad, la economía social, ecológica e inclusiva de mercado y la justicia social. En lo mundial, una globalización, su humanización, solidaria y con gobernabilidad.
La identidad democratacristiana no es una arpillera de palabras y conceptos más o menos hilvanados fuera del tiempo y del espacio donde transcurre la vida.

La identidad democratacristiana, más que una definición abstracta, es una construcción histórica colectiva de la que son tributarios las ideas, los testimonios de sus militantes, el comportamiento virtuoso de sus líderes, los mártires que dieron la vida por sus ideales, sus representantes populares, sus luchas comunes y compartidas con otros.

Es lo que Ernesto Moreno ha escrito en «A propósito de la identidad democratacristiana»:







¿Es de los que creen que no hay ninguna posibilidad de que Goic se imponga en una primaria oficialista?


Me gustaría que fuera posible, pero creo que nuestra llegada es mejor en primera vuelta que en primarias, ya he visto una encuesta que así lo indica.
No hay ventajas en una primera vuelta. ¿Quién vio mañana? Faltan nueve meses para la elección presidencial. Es el mismo tiempo que Guillier lleva en carrera. ¿Qué ha ocurrido sin embargo con él? Ha ocurrido que ha iniciado su descenso. Goic, corriendo sola contra la Nueva Mayoría y Chile Vamos, padecería un vértigo semejante al de Límite Vertical: caída libre e instantánea.

De cualquier modo, una regla de verificabilidad mínima aconseja saber cuál es la encuesta que augura mejores resultados y cuál es su metodología.


El argumento de Osvaldo Andrade es totalmente contrario: que Goic tiene posibilidades de imponerse porque la izquierda va a ir dividida entre Lagos, Guillier e -probablemente- Insulza…

Me parece que Osvaldo practica juego de billar, lanza una bola que parece ir a nuestra banda, pero en verdad está destinada a caer en la banda del PS.
Si Osvaldo Andrade practica juego de billar, le habría acertado a dos troneras: la primera, que Goic tiene posibilidades en primarias; y la segunda, que si la izquierda va dividida entre Lagos, Guillier e Insulza, Goic gana.

Quienes rechazan las primarias piensan que Goic perderá lo mismo con la izquierda unida que con la izquierda dividida. Simplemente, no creen que Goic pueda ganar.


Ir a primarias, entonces -a su juicio-, es perpetuar una posición de minoría en la centroizquierda


Exactamente, y la lógica del acuerdo nuestro, cuando fundamos la Concertación, es que éramos o somos dos partes. En que había algún principio subyacente de alternancia. Y que había un principio explícito de entender que la riqueza del acuerdo era el que ambas partes se respetaban y tenían una competencia regulada. Y, además, estimo que en la crisis de representación democrática en Chile, una crisis, en el intento de forzar acuerdos de homogenización, para mantener la tendencia de enfrentar dos bloques, lo que obedece a un esquema que era indispensable al comienzo de la transición, pero que hoy no responde a la exigencia ciudadana. Esa exigencia hoy día, desde un punto de vista sociológico, es la realidad de la diversidad. Este fenómeno es muy central. Así, un aporte al problema de la representación democrática es la primera vuelta. La política necesita más competencia y diversidad. Es un error en la derecha, y en la centroizquierda buscar esta homogeneidad desde el principio. De eso la gente más bien está cansada. Es una visión equivocada. Eso se hace en el tiempo que media entre la primera y la segunda vuelta. El acuerdo CD-PSD en Alemania es un buen ejemplo.
En lo sustantivo se sostiene que hoy hay más diversidad que hace 30 años y que, por eso, se precisan más ofertas políticas que las que ofrecen las dos grandes coaliciones, lo que se conseguiría si la DC va directo a primera vuelta. No obstante, sucesivas elecciones en todos los niveles y bajo el sistema proporcional revelan que el electorado se ordena en función de alianzas clásicas, y que la idea de reeditar los tres tercios no es más que una remembranza nostálgica.

Así han construido gobiernos de mayoría la izquierda, la centroizquierda y la derecha, sin por ello renunciar al pluralismo de las convicciones.

Se afirma también que un pacto de investidura —acuerdo sobre el candidato, el programa, los equipos de gobierno, los parlamentarios que apoyarán— se consigue entre la primera y la segunda vuelta, o sea, en menos de 28 días. Y se pretende confirmar la hipótesis citando el ejemplo del régimen parlamentario de Alemania para un régimen presidencial como el chileno. Pero todo el mundo sabe que en Alemania el pacto de investidura lo suscriben los parlamentarios miembros de coaliciones que deben reunir el quórum requerido para elegir al jefe de gobierno. Por eso el acuerdo CD-PSD. En Chile el mecanismo más cercano a dicho procedimiento de investidura es la primaria institucional.

Las palabras de Enrique Krauss han sido más elocuentes que todas estas elucubraciones: «participar aisladamente en primera vuelta no resulta sino una evasiva transitoria que, a la larga, puede complicar la situación, pues una campaña en paralelo naturalmente es fuente de discrepancias y diferencias...»