viernes, 29 de agosto de 2014

CONTRA TODAS LAS DESIGUALDADES; POR UNA NUEVA ÉTICA CIUDADANA





Declaración Pública
(28 de agosto de 2014)



1. Chile atraviesa por un momento crucial de su historia. Por primera vez en décadas se ve enfrentado a la decisión de instalar las bases culturales que darán sostén a una sociedad más integrada y democrática. De ahí la trascendencia que cobra en el debate nacional la Reforma Educacional, desafío de la justicia y garantía de la paz social.

2. Como ha sucedido en la historia de Chile cada vez que han sido tocados sus intereses, la derecha ha reaccionado con virulencia, desplegando la arrolladora maquinaria de propaganda constituida por su prensa, su televisión, sus universidades y redes educativas, con el fin de frenar el curso institucional de la reforma. Su táctica es introducir en el seno de la coalición de gobierno las falsas antinomias y hegemonías de laicos contra humanistas, de izquierdistas contra centristas, o de democratacristianos contra comunistas.

3. Frente a esta estrategia hemos afirmado que la única supremacía legítima en la Nueva Mayoría es la hegemonía de los derechos fundamentales, de la democracia y del régimen constitucional. De este etos histórico y social fluye el cemento que le da consistencia y solidez a su unidad interna, que debemos preservar, pues la Nueva Mayoría —su claridad política y estratégica, su cohesión interna y su voluntad de continuidad— es la garantía de éxito de la Reforma Educacional.

4. Dentro de este consenso fundacional, el aporte específico de la Democracia Cristiana es su resuelto y permanente combate a las desigualdades, y la recuperación y promoción de una sólida ética ciudadana. Chile ya no resiste las actuales desigualdades de acceso a la salud, a la vivienda, a la educación. Las desigualdades territoriales y las desigualdades entre hombres y mujeres. Las desigualdades étnicas, las de acceso a los servicios y a la justicia. Las desigualdades en el mundo del trabajo, lo que exige reformas laborales estructurales.

Por otra parte, el país está cansado de las prácticas políticas envilecidas, de las luchas por el poder y por los cargos, de las desafecciones y rodeos. Por eso exige una ética pública de compromiso y responsabilidad con el programa que ratificó en las urnas. Necesitamos con urgencia este nuevo espíritu para reparar la fractura que divide a la comunidad nacional, a nuestra coalición y a nuestro partido.

5. Como hace cincuenta años, debemos conquistar presencia en la sociedad, en la vida de las personas, en los espacios comunitarios, en las luchas de reconocimiento, y en los movimientos de opinión. Y debemos hacerlo a partir del testimonio, que es nuestra principal herramienta. Debemos fortalecer la Nueva Mayoría, trabajando codo a codo en el mundo social junto a nuestros aliados. Promoviendo el diálogo, la colaboración y la movilización de sus activos, desde nuestra propia memoria y tradición. Recuperando el sentido de la Revolución en Libertad que nosotros evocamos como la gesta nacional que inauguró la etapa de mayor democratización de nuestra republica, la que se extiende de 1964 a 1973.

6. Como corolario de lo anterior, queremos anunciar sin ambages y lejos de todo ánimo conflictivo: ¡Tenemos el firme propósito de recuperar la conducción del partido para ponerlo en marcha hacia el nuevo horizonte que ha elegido Chile! Forjaremos las alianzas y desplegaremos los esfuerzos que este compromiso nos reclama. Lo haremos a plena luz del día y de cara a nuestros camaradas de partido. Porque ésta fue la metodología que nos permitió ser escuchados y apoyados en la última Junta Nacional. Estos los modos que nos permitieron aumentar nuestra participación en el Consejo Nacional y en la Mesa. Y éstas las formas a través de las cuales restableceremos la integración de todos, y el respeto a todos los militantes. Porque son las raíces las que dan vida a las plantas, y son los lugares de la memoria los que mantienen viva la huella que hemos dejado en la historia de Chile, lo confirmamos en vísperas del 4 de septiembre cuando se cumple medio siglo desde el triunfo del Presidente Eduardo Frei Montalva y de la Revolución en Libertad.

Mariano Ruiz-Esquide, Alejandra Miranda, Héctor Gárate, José Soto S., Belisario Velasco, Ignacio Balbontín, Juan Manuel Sepúlveda, Pedro Hernández, Rodolfo Fortunatti, Patricio Huepe, Jorge Consales, Pilar Mallea, Ricardo Moreno, Juan Miguel Carril, Iván Paul, Abdón  Rojas, María Antonieta Escobar, Germán Díaz, Carlos Eduardo Mena, Raimundo González A., Patricio Argandoña R., Enríque Bertrán, Juan Guillermo espinosa, Alejandro Morales, Juan Díaz, Ramón Mallea A.

CONTRA TODAS LAS DESIGUALDADES; POR UNA NUEVA ÉTICA CIUDADANA



Conclusiones 2da. Reunión ampliada de la Comunidad Democratacristiana Progresista
 Santiago, 23 de agosto 2014



Con Otto Boye y Aldo Villaseca en nuestros corazones.

El país

Chile atraviesa por un momento crucial de su historia. Por primera vez en décadas se ve enfrentado a la decisión de instalar las bases culturales que darán sostén a una sociedad más integrada y democrática. No otra es la gran trascendencia de la Reforma Educacional, eje central del actual debate nacional, y desafío ineludible para la justicia y para la paz social.

Por eso las virulentas reacciones de la derecha política, que ha perdido la serenidad de juicio indispensable para abordar el diálogo democrático. Y por eso también la arrolladora maquinaria de propaganda movilizada por la derecha económica que, a través de su prensa, su televisión, sus universidades y redes educativas, ha buscado frenar el curso institucional de la reforma.

La Nueva Mayoría, su claridad política y estratégica, su cohesión interna y su voluntad de continuidad, es la garantía del éxito de la Reforma Educacional. Y el modo de dividirla es precisamente introduciendo el falso debate de laicos contra humanistas, de izquierdistas contra centristas, de democratacristianos contra comunistas. Frente a ello hemos afirmado que la única supremacía legítima en la Nueva Mayoría es la hegemonía de los derechos fundamentales, de la democracia y del régimen constitucional. De este etos histórico y social fluye el cemento que le da consistencia y solidez a su unidad interna.

Y es dentro de este consenso fundacional que el aporte específico de la Democracia Cristiana a la Nueva Mayoría es, primero, su decidido y permanente combate a las desigualdades y, segundo, la recuperación y promoción de una nueva ética ciudadana. Por un imperativo de justicia, nos proponemos erradicar todas las desigualdades. Las desigualdades de acceso a la salud, a la vivienda, a la educación. Las desigualdades territoriales y las desigualdades entre hombres y mujeres. Las desigualdades étnicas, las de acceso a los servicios y a la justicia.

Aspiramos, asimismo, a una transición cultural —de suyo más extensa y profunda que la transición política y económica— hacia una ética ciudadana de lo público y del Bien Común, que, por lo pronto, supere el primario instinto de lucha por el poder y por la distribución de cargos. Lo decía León Bloy, cuando sus palabras iluminaban los caminos de los viejos falangistas: «La revolución social será moral o no será». Necesitamos con urgencia de este nuevo espíritu, para reparar la fractura que divide al país, a nuestra coalición y a nuestro partido.

El partido

Como hace cincuenta años, debemos conquistar presencia en la sociedad, en la vida comunitaria de las personas, en las luchas de reconocimiento, y en los movimientos de opinión. Y debemos hacerlo a partir del testimonio, que es nuestra principal herramienta. Erradicando a todo trance las prácticas políticas envilecidas. Vigorizando el consenso interno en torno al programa de gobierno, tanto hacia dentro del partido, como hacia fuera de la colectividad, principalmente hacia la comunidad nacional. Porque el programa no refundará un nuevo Chile, pero sin duda es la plataforma sobre la que se construyen los sueños del nuevo Chile.

Lo declaramos sin ambages y lejos de todo ánimo de ruptura: ¡Abrigamos el firme propósito de conquistar la conducción del partido!  Y para ello, forjaremos las alianzas y desplegaremos los esfuerzos que este compromiso nos reclama. Lo haremos a plena luz del día y de cara a nuestros camaradas de partido. Esta fue la metodología que nos permitió ser escuchados y apoyados en la última Junta Nacional. Estos los modos que nos permitieron aumentar nuestra participación en el Consejo Nacional y en la Mesa. Y éstas las formas a través de las cuales rescataremos las instituciones partidarias de su persistente deterioro, y restableceremos la integración de todos y el respeto a todos los militantes.

El futuro

Es imperativo imprimirle contenido y voluntad a la lucha contra el neoliberalismo. Si ha sido posible discernir una Teología del Pueblo, que valora la cultura y la memoria popular como formas de construcción social de la realidad, del mismo modo es viable imaginar una Política del Pueblo que exprese el aporte de cada persona a la formación de la política. Para conseguirlo debemos fortalecer la Nueva Mayoría, trabajando codo a codo en el mundo social junto a nuestros aliados. Promoviendo el diálogo, la colaboración y la movilización de sus activos. Y hacerlo desde nuestra propia memoria y tradición. Recuperando el sentido y trascendencia de la Revolución en Libertad, una gesta nacional que abre la etapa de mayor democratización de nuestra historia republicana, la que se extiende de 1964 a 1973.

Debemos saber volcar este espíritu en el VI Congreso de la Democracia Cristiana, alimentando el trabajo de elaboración y la formación de equipos de trabajo, entre los que cobran relevancia las comisiones de Derechos Humanos, de Migraciones y de Ciencia y Tecnología que hemos de constituir. Debemos también vigorizar el Frente de Pobladores, logrando que éste recupere su autonomía de decisión, de cualquier manera, la establecida en el Estatuto del Partido, y consiguiendo que los dirigentes sociales sean incorporados a las tareas políticas internas.

Debemos avanzar hacia formas de financiamiento de la actividad política interna desligada de mecenazgos y dependencias que limiten las facultades de decisión de la militancia. Lograr, por otra parte, empoderar a las directivas territoriales para que puedan emprender iniciativas de formación y capacitación de la militancia.

En lo que a nosotros respecta, debemos afianzar nuestra presencia en los diversos ámbitos internos del partido, y precisar el alcance de nuestras alianzas internas. En lo posible, mejorar la organización, la captación y asignación de recursos, el diseño y la elaboración políticas, las comunicaciones, la difusión y el empleo eficiente de las redes sociales.

De esta manera continuaremos desarrollando y consolidando nuestro programa y tareas aprobadas y respaldadas por más de un centenar de camaradas en nuestra declaración de julio 2014 “PORQUE SON LAS RAICES LAS QUE DAN VIDA AL PARTIDO: Sentido y urgencia de una opción democratacristiana progresista”.
  
Conclusiones 2da. Reunión ampliada de la Comunidad Democratacristiana Progresista Santiago, 23 de agosto 2014