martes, 16 de octubre de 2007

Valoramos nuestro Congreso


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1 Terminado nuestro V Congreso Ideológico y Programático, los abajo firmantes queremos expresar nuestra satisfacción y orgullo por su realización y los acuerdos alcanzados en un clima de gran unidad, con un debate serio y con resultados de gran trascendencia.

2 Agradecemos a todos los militantes su esfuerzo y participación. Valoramos en justicia y fraternidad el trabajo del Consejo Nacional, la mesa directiva y la comisión organizadora. Asumimos su éxito como un triunfo de todos los militantes lo que nos llena de satisfacción.

3 Los acuerdos alcanzados revitalizan nuestra identidad partidaria progresista, renovadora, de avanzada social y de compromiso con el cambio del modelo económico y social —y no sólo con su corrección— que no interpreta el debate del Congreso. Sus acuerdos nos colocan a la par de los mismos vientos que corren en Chile y en el mundo entero ante la brecha brutal que se ha abierto en las sociedades del siglo XXI.

4 Las resoluciones acordadas sobre el sistema político y los valores éticos y doctrinarios, identidad del Partido, educación, derechos laborales y su protección, economía, visión interreligiosa, ciencia e innovación, la nueva constitución y el sistema judicial nos coloca en la tradición histórica desde la Falange, la Revolución en Libertad, la lucha por la libertad contra la dictadura, la inclaudicable acción de nuestra juventud y los cambios a favor del mundo rural, pobladores y de la mujer chilena, nos coloca —por los hechos— en la centro izquierda del esquema político chileno, ratificado por nuestro compromiso con la Concertación.

5 Estos mismos acuerdos descartan toda indefinición de nuestro partido, como tanto se nos acusa, y nos permite levantar la frente para trabajar por Chile. Llamamos a nuestros camaradas a dar testimonio de este Congreso en el trabajo partidario, en las leyes a futuro y en nuestra vida personal.

Llamamos con respeto, pero con fraternal urgencia, a nuestros partidos amigos, a tantos independientes y trabajadores que se han hecho renuentes a la política en el último tiempo, a recoger esta nueva segunda etapa que se nos abre para hacer surgir el desarrollo de Chile en un crecimiento justo y unidad real en nuestra diversidad. Esperamos con ansias nuestros propios cambios de conducta a la luz de la ética que surge del Congreso para que nuestro comportamiento sea un ejemplo que —con modestia— nos sirva a todos en el cumplimiento de nuestros deberes.

6 Asumimos los mandatos y desafíos del Congreso realizado. Nos compromete a todos sin mayor racionalización. Rechazamos por ello toda interpretación ventajista para juzgar sus acuerdos por parte de la derecha. Ellos son transparentes, leales con nuestros compromisos y en la perspectiva de futuro. Son por ello éticamente intachables y alejados de cualquier intención subalterna o mezquina.

7 Está todo muy claro:

Somos herederos de una tradición humanista cristiana que nació hace 70 años para terminar con el viejo capitalismo que hoy sigue siendo salvaje –en las palabras de Patricio Aylwin– y dirigir los cambios necesarios en cada época y muy especialmente hoy cuando oprime a mucha gente en el mundo entero.

Somos el presente de una puesta de justicia social, de defensa de los Derechos Humanos, de lucha por la equidad económica para terminar con la brecha escandalosa en la repartición de la riqueza, fruto de un pacto entre el humanismo cristiano y el humanismo social demócrata.

Somos –respaldados por los acuerdos del Congreso– la esperanza de las fuerzas sociales por el cambio, de los jóvenes que nos impulsan y de los trabajadores fuertes y organizados. Somos también la posibilidad de articular la unidad social del pueblo y de la unidad nacional como eje de nuestro esfuerzo. Este esfuerzo es el que requerimos para liderar la nueva etapa de la Concertación porque los acuerdos del Congreso no pueden implementarse con la derecha. Seríamos no consecuentes.

En estas líneas no hay vanidad; sólo orgullosa modestia porque ya pueden nuestros camaradas caminar por Chile con la frente en alto por las nuevas y renovadas rutas del Congreso. Además hora con el compromiso de nuestro comportamiento ético.

Santiago, 16 de octubre de 2007.


Renán Fuentealba Moena / Mariano Ruiz-Esquide / María Rozas / Alejandra Miranda / Héctor Gárate / Jorge Donoso / Jorge Consales / Ignacio Balbontín / Juan Guillermo Espinoza / José Soto / Rodolfo Fortunatti.



viernes, 12 de octubre de 2007

El lugar de la Democracia Cristiana

Rodolfo Fortunatti

Habrá tiempo para hacer el balance de este Quinto Congreso. Habrá tiempo y serenidad, para evaluar su organización, representatividad y transparencia. En todo caso, para juzgar el desempeño de su dirigencia política. Pero hoy lo que corresponde es fijar los términos del debate. Y los términos del debate apuntan precisamente a aquellas tensiones y conflictos que, al no haber hallado solución, arriesgan la supervivencia de la colectividad. ¿Qué problemas por ejemplo? Pues aquellas diferencias que afloran en la prensa, pero cuyas motivaciones políticas e ideológicas se arrastran desde hace unos 40 años.

Por entonces también se discutía la conveniencia de seguir prestándole apoyo al Presidente de la República, de mantenerse en la coalición de Gobierno, y de corregir sus inclinaciones díscolas. Sólo que hace 40 años las democracias cristianas latinoamericanas eran claras alternativas al capitalismo, como las democracias cristianas del mundo eran potentes disuasivos contra el equilibrio del terror impuesto por las grandes potencias. Ahora, es el presidente de la ODCA quien llama la atención sobre la supuesta izquierdización del partido, y es el presidente de la IDC quien recuerda a la falange la impronta centroderechista del organismo internacional. Todo ello, en un mundo signado por la globalización neoliberal y por una hegemonía imperial sin contrapeso.

¿Se han izquierdizado los democratacristianos? Si se miran los 50 años de trayectoria del partido, salta a la vista un dato muy importante: la época de oro de la colectividad coincide con la Revolución en Libertad, y con la movilización de cientos de miles de jóvenes estudiantes, campesinos, obreros, pobladores y profesionales atrapados por la gran obra política y cultural que encarnó el Presidente Eduardo Frei Montalva. No es sólo su movilización política, sino su ascenso e integración social. Se trata de un salto de conciencia que, con el correr de los años, pervivirá indeleble en la memoria. Esos jóvenes -entre los que se cuentan no pocos adolescentes- actualmente conforman las clases políticas dirigentes del país y, lo más significativo, son quienes han tomado a su cargo la conducción del partido de la flecha roja.

Son los mismos que dirigieron la lucha social bajo el Gobierno de Salvador Allende. Los mismos que combatieron a la dictadura de Augusto Pinochet. Los mismos que asumieron las exigencias de la transición democrática. Los que hoy reafirman el pacto social y político que nutre a la Concertación. Esos jóvenes que jamás gobernaron con la derecha porque lo suyo era la emancipación de los trabajadores y porque, a fin de cuentas, la derecha se volvió insurreccional. Esos jóvenes y sus herederos, ese talante nacional y popular, esa sociología histórica de la Democracia Cristiana, es la misma que se congrega este fin de semana.

Entonces: ¿se podría estar más a la izquierda de la Revolución en Libertad? ¿Se podría estar más a la izquierda de la vía no-capitalista de desarrollo? ¿Y de la reforma agraria? ¿Y de las nacionalizaciones? ¿Y de la redención proletaria? ¿Y del socialismo comunitario? Parece imposible. Y volviendo al presente, ¿no basta acaso ponerse al centro para verse a la izquierda de la derecha? Porque, ¿dónde está la centroderecha en Chile? ¿Dónde los Sarkozy y los Macri autóctonos? Es indudable que no existen. En cuanto a la política de alianzas de la Democracia Cristiana, huelgan dos preguntas. Primera: ¿debe la colectividad tomar el camino propio cuando sólo cuenta con el apoyo de la quinta parte del electorado en presencia de un régimen de mayorías? Segunda: si el partido resolviera concurrir a una alianza con la derecha, ¿cuál sería el programa político que impediría que sus sectores populares emigraran hacia otras opciones políticas?

Así y todo, el verdadero referente del posicionamiento político de la Democracia Cristiana lo proporciona la Iglesia Católica. Hace 40 años la Iglesia no sólo era pionera de la reforma social, sino artífice de cambios tan radicales como los que habría de traer el Concilio Vaticano II. Fue este sustrato humanista el que dio fundamento moral y espiritual a la transformación agraria impulsada por el partido. El caso es que, al igual que en aquella época, la Iglesia contemporánea alza su voz a favor de la justicia social. Es lo que se confirma en la localidad de Aparecida. Así también cuando los obispos se pronuncian por un sueldo ético y por un pacto social. La Democracia Cristiana comprenderá que no puede quedar a la zaga de los avances conseguidos por la conciencia moral, de la cual el mensaje de la Iglesia da fiel testimonio. Su desafío, por lo tanto, consistirá en situarse a la vanguardia de las luchas de reconocimiento y de los estados de paz, algo que entraña definiciones.

Los enemigos de la Democracia Cristiana no están en sus grupos y fracciones internas, sino en las condiciones que favorecen el grupalismo, el fraccionalismo y, en último término, la fragmentación del interés colectivo. Su mayor amenaza es la irresolución, la falta de voluntad para encarar las crisis, para hacer valer el voto de las mayorías, y para imponer autoridad y gobernabilidad. Por eso debe definirse. Esto, si no quiere caer en el extremo de Ramón Barros Luco, político tradicional para quien no había más que dos clases de problemas: los que se resuelven solos y los que no tienen solución.

martes, 9 de octubre de 2007

7 Ejes Progresistas; 21 ideas-fuerza para el V Congreso

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I. El juicio histórico de la D.C.

1. La Democracia Cristiana chilena, a partir de su fundación como Falange Nacional, ha sido vanguardia por los cambios orientados por la solidaridad, la equidad y la libertad. Rompió desde el comienzo con la sociedad tradicional conservadora. En su origen constituye una fuerza Nacional y Popular para hacer los cambios, por la Justicia Social, mediante procedimientos pacíficos y democráticos.

2. La Democracia Cristiana cumple hasta hoy, ese rol histórico articulador para llevar a cabo los Cambios en Democracia lo que ha hecho predominar la Paz. Ha habido hitos claves: La Revolución en Libertad de Eduardo Frei Montalva que liberó e integró grandes mayorías desposeídas. Fue el puente entre Capas Medias y Sectores Populares lo que se expresó en la profecía de la “Unidad Política y Social del Pueblo” con Radomiro Tomic. La lucha ejemplar, testimonial y pacífica, de muchos militantes, por la Democracia y los Derechos Humanos durante la dictadura que abrió paso a la Concertación de Partidos por la Democracia. La agrupación más exitosa de nuestra historia.

3. La Democracia Cristiana chilena está por el entendimiento histórico entre el Social Cristianismo y la Social Democracia, para construir un Estado Democrático y Social de Derecho, basado en una Economía de Desarrollo Social y en un Gran Pacto Social a través de un Consejo Económico y Social institucionalizado. Nuestra actual Misión es hacer de Chile una Sociedad más Humana y Solidaria para el siglo XXI.

II. Nuestra identidad

4. Las fuentes de inspiración originales fueron la filosofía cristiana; la doctrina social de la Iglesia Católica; el personalismo; el comunitarismo.

5. En el pasado reciente el ecumenismo, las experiencias de conciliación entre cristianos y socialistas, en base al humanismo. Las concertaciones de centro-izquierda.

6. Hoy debemos abrirnos no sólo a la filosofía y la doctrina humanista, sino a todas las fuentes de pensamiento que inspiran el Desarrollo Humano en las diversas Ciencias Sociales. Ser avanzada, para profundizar y perfeccionar nuestros acuerdos sociales y políticos, hacia una Democracia Plena, institucionalizada en un Estado de Derecho.

III. El Sistema Político que queremos

7. Chile necesita una Nueva Constitución Política para el Siglo XXI dentro de la Próxima Década. Un Nuevo Ideario común y compartido articulado por la Solidaridad, un Nuevo Estado. Nuevo Acuerdo Nacional Político y Social.

8. La Estrategia para lograrlo debe ser Gradual, pero no Conservadora. Debe apuntar hacia el Cambio. Puede ser consagrado por: Asamblea Constituyente, Plebiscito o Reforma Parlamentaria Electoral, pero debe dirigirse hacia un Sistema Electoral Proporcional Corregido, a breve plazo, y poner fin del binominalismo. Rebajar el quórum de las Leyes Orgánicas Constitucionales estableciendo la Mayoría absoluta de los Parlamentarios en Ejercicio, para que haya gobernabilidad mayoritaria.

9. Chile necesita un Nuevo Régimen Político, Semi –Presidencial que permita el gobierno de las Grandes Mayorías. Una descentralización, que concrete la Igualdad Territorial y la elección directa de Consejos Regionales. Una Descentralización efectiva.

IV. La Estrategia de Desarrollo que queremos

10. Una nueva Estrategia de Desarrollo, actualizada moderna y de futuro. Que aproveche la plataforma ya construida nacional e internacionalmente. Un fuerte papel del Estado, cuyo norte sea el establecimiento de una real Economía de Desarrollo Social; mayor valor agregado; protección social de los trabajadores y derechos laborales para la participación y negociación colectiva, que permitan su autorrealización; financiamiento y apoyo de la organización plural de la micro, pequeña y mediana empresa; participación social e integración equitativa a la producción buscando el pleno empleo de recursos humanos y materiales; políticas de desarrollo inclusivo, capaces de lograr mayor cohesión social y equidad, para sobrepasar solidariamente las desigualdades de ingreso, ocupacionales, educacionales, de género, etáreas, de acceso a la justicia y simbólicas.

11. Dada la actual y manifiesta crisis de desigualdad e injusticia social que sufre Chile, es necesario un Programa Nacional de Urgencia, a cinco años plazo, para la Democratización y Reducción acelerada de las Desigualdades, que contenga indicadores con metas específicas, de avance. Apoyo especial y explícito a las MYPIMES agrícolas, mineras, pesqueras y comerciales, para su inserción en clusters productivos de nuestros recursos naturales más valiosos, con metas precisas y mayores niveles de capacitación tecnológica; rectificaciones profundas en los mercados de capitales públicos y privados corrigiendo los cobros desmedidos y plazos insuficientes para los créditos; mayor reforma y modernización del aparato público, en beneficio de la mejor atención y defensa de los sectores medios y populares.

12. El actual marco constitucional e institucional de Chile es aún injusto. Restringe el derecho igualitario al desarrollo en condiciones equitativas. Es imprescindible introducir reformas jurídicas en el Orden Económico, en las leyes orgánicas constitucionales para avanzar más en un Desarrollo equilibrado socialmente, sustentable e incluyente. Son indispensables ciertas reformas: la tributaria hacia una mayor proporcionalidad de las cargas; el incremento de la actividad productiva del Estado en áreas estratégicas; la coordinación de las políticas financieras nacionales e internacionales para reducir la híper autonomía del Banco Central de Chile, sin parangón en el mundo. Así podremos apuntar hacia un Estado Democrático Social de Derecho, basado en una Economía de Desarrollo Social.


V. La Sociedad que queremos

13. Una Sociedad Participativa y Solidaria donde la Fraternidad armonice la vinculación social entre la Libertad y la Igualdad. Una vida social orgánicamente articulada en sus relaciones. Humanamente meritocrática en su movilidad. Integrada, Inclusiva, Dinámica, Moderna, Cohesionada e Incorporadora. Base de un Estado Democrático Social de Derecho. Hacer de Chile, un país integralmente desarrollado y sustentable, respetuoso de la naturaleza y de los derechos de las generaciones futuras. Una estrategia de cambio social, gradual, pero progresiva y dinámica, de acuerdo con la sociedad en que vivimos.

14. Un Nuevo Pacto Social y Político de Convivencia. Consolidar las redes de Protección Social. Un Consejo Económico y Social, institucionalizado y permanente. Hacer que las leyes que sancionen las políticas sociales en educación, salud, vivienda y urbanismo, trabajo y previsión, justicia y seguridad ciudadana tengan rasgos centrales de carácter solidario, que guarezcan el bien común por sobre el interés individual mercantil. Cambiar el sentido individualista de las leyes orgánicas constitucionales, bajándoles su quórum a la mayoría absoluta de los parlamentarios en ejercicio.

15. Desarrollar una organización social del trabajo, que respete los derechos inalienables del hombre que trabaja. Fortalecer el peso de las organizaciones sindicales y la negociación colectiva. Promover el poder, la agrupación e integración de las micro, pequeñas y medianas empresas, para su desarrollo moderno.

VI. El Partido que queremos

16. Partido Nacional y Popular; democrático, descentralizado, transparente y conductor; del cambio. Siempre articulador en Pro de la unidad de las fuerzas sociales y políticas de avanzada; crítico del neoliberalismo; y crítico de la globalización neoliberal; con políticas de alianzas de centro-izquierda desde la Concertación; un procedimiento interno de nominación de un solo candidato presidencial; un mecanismo que comprometa a toda la coalición para la selección de un único candidato presidencial para el 2009. Un programa concertado en sus contenidos básicos, un candidato legitimado democráticamente, una lista parlamentaria pactada en forma transparente.

17. Reforma de Estatutos. Un partido que actúe a la par en la política y en la sociedad. Coordinación Partido-Ejecutivo; coordinación Partido-Parlamento; coordinación Partido-Gobiernos Regionales; coordinación Partido-Municipios; coordinación Partido-Organizaciones de la Sociedad Civil. Mayor capacidad de conducción y orientación política, para concretar los cambios.

18. Pluralista dentro del humanismo cristiano. Moderno, profesional, con redes y comunicaciones fluidas hacia la sociedad; con financiamiento público y privado de los propios militantes. Autónomo nacional e internacionalmente. Una Democracia Cristiana Chilena regional e internacionalmente integrada, con fuerzas de avanzada democrática.

VII. El Mundo que queremos

19. Chile presente e integrado al mundo moderno. Respetuoso de los Tratados Internacionales y buscando el fortalecimiento de los Organismos Multilaterales. Artífice de la Paz, la Democracia y los Derechos Humanos. Trato justo en la OMC, para los países en desarrollo y subdesarrollados. Integrado con Europa, Asia Pacífico y Norteamérica. Aprovechamiento de los nichos que se han creado con los cerca de 70 tratados de libre comercio que se han firmado, con el fin de ampliar nuestras posibilidades de desarrollo en todos los planos.

20. Chile integrado y amistoso en América Latina y el Caribe. Miembro activo de las Américas. Partícipe en el MERCOSUR, la Comunidad Sud Americana y la Comunidad Andina.

21. Chile abierto y amistoso con sus vecinos, pero sólido en la defensa de sus derechos. Integrado regionalmente en la medida de lo posible, protegiendo su dignidad e identidad nacional, democrática.



Mariano Ruiz-Esquide / Renán Fuentealba Moena / Jorge Consales / Ignacio Balbontín / María Rozas / Héctor Gárate / Jorge Donoso / Juan Guillermo Espinoza / Rodolfo Fortunatti /

Santiago de Chile, 5 de octubre de 2007.






viernes, 5 de octubre de 2007

El juez del caso Riggs


Rodolfo Fortunatti

El 4 de abril del 2006 fue una intensa jornada de debate en el Senado. Se votaba la iniciativa del Presidente Lagos para llenar la vacante de la Corte Suprema dejada por José Benquis. El nombre elegido por Lagos, entre los cinco seleccionados por el Poder Judicial, fue el de Carlos Cerda, juez a cargo del caso Riggs. Cerda concitó entonces la adhesión de los veinte senadores de la Concertación, más el voto de Alberto Espina, vicepresidente de Renovación Nacional. Sin embargo, el alto quórum de dos tercios exigido por la Constitución del ‘80 —25 de los 38 senadores en ejercicio, cuando en Estados Unidos para estos efectos se precisa la simple mayoría—, resultó en el rechazo de la propuesta. La negativa la impuso una minoría de 16 parlamentarios de derecha, entre ellos, Andrés Allamand, paladín de la teoría del desalojo, y Evelyn Matthei, que se irrita con facilidad ante la sola idea de que la Concertación haga valer su mayoría en la sucesión del Banco Central.

Carlos Cerda no es importante por su currículum, que lo tiene, sino por su biografía. Por currículum, o sea, por sus títulos, honores, cargos, trabajos realizados, calificaciones, Carlos Cerda es una persona que inició la carrera judicial en 1965. Trabajó en el Primer Juzgado de Santa Cruz entre 1968 y 1974. Después se desempeñó como abogado relator de la Corte de Apelaciones, y, en 1979, de la Corte Suprema. En 1982 pasó a ser ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, de la que fue su presidente entre los años 2002 y 2003. Por currículum, Carlos Cerda es doctor en derecho de las universidades Católica de Lovaina, Bélgica, y Paris II, Francia.

Por biografía, es decir, por historia de vida, Carlos Cerda es de otro talante. Juez valiente, hombre decente e independiente, dicen de él. Una voz que se levantó en el ámbito de la justicia en momentos de gran consternación en el país, subrayan los cronistas. El único juez que persiguió casos por abusos a los derechos humanos del régimen de Pinochet mientras éste aún estaba en el poder, fundamenta la
Gruber Foundation al galardonarlo. Por biografía, Carlos Cerda ha penetrado en el imaginario popular chileno. Ha sido capaz de contribuir al discurso de los derechos humanos. Ha sido capaz de actuar y de conmover con sus acciones a la sociedad. Ha sido capaz de relatar el sentido de la justicia, y lo ha hecho de un modo tan legible e inteligible, que su relato ha galvanizado nuestra visión del mundo y de las cosas. Ha dado testimonio de sus valores y creencias, y ello le ha valido el desprecio y las humillaciones, aunque, en compensación, también ha recibido el aprecio de los desposeídos y vulnerables. Por biografía, Carlos Cerda ha comprometido su palabra, y lo ha hecho de manera tan coherente que, hasta hoy, la suya es una de las voces más veraces, confiables y esperanzadoras que se escuchan.

Carlos Cerda, más allá del currículum, hoy empieza a gravitar como biografía, como una vida personal dentro de una vida colectiva. Y, más allá de esta vida colectiva, real y cotidiana, la imagen comienza a dar origen a la leyenda, a la iconografía de las capacidades y virtudes con las que el país desearía identificarse. Son nuestros valores los que construyen aquella figura. Son nuestros valores los que crean al héroe que, a su vez, se legitima por nuestros ideales sociales. Nace el héroe, la imagen idealizada que nos hacemos de nosotros mismos. Porque es nuestra propia imaginación poética la que nos ofrece un horizonte, una luz, una nueva frontera hacia donde avanzar. Porque lo que el país en verdad ve en el perfil del juez Cerda, es su nuevo talante nacional. Así, mientras el magistrado —escapando a pesar suyo de la realidad— dirige sus pasos hacia la leyenda, nosotros nos encaminamos hacia una nueva conciencia de la justicia. Gracias a gente como él podemos seguir abrigando la certidumbre de nuevos sueños.