martes, 10 de diciembre de 2013

LOS EJES DE LA NUEVA MAYORÍA



Rodolfo Fortunatti

No parece haber motivo para persistir en un único quicio cuando podrían —y acaso deberían— ser varios los ejes llamados a garantizar el movimiento y el equilibrio de la Nueva Mayoría.


Hace cinco años, el 9 de octubre de 2008, se selló en Concepción un pacto político que habría de cobrar enorme importancia para la proyección de la Concertación. Los senadores Soledad Alvear y Camilo Escalona, a la sazón presidentes de los partidos Demócrata Cristiano y Socialista, ratificaron entonces un compromiso de reciprocidad entre las dos principales colectividades del conglomerado a fin de enfrentar unidas la elección municipal de aquel año y llegar a diciembre de 2009 con un solo candidato presidencial. 

El acuerdo buscaba resolver la profunda crisis en que se hallaba envuelta la coalición de gobierno, y cuya confirmación más elocuente se plasmó en la derrota sufrida frente a la candidatura de Sebastián Piñera. Aquella fue la primera declaración de intenciones para configurar un eje DC-PS que, aunque nacía como un arreglo electoral, aspiraba a constituirse en una promesa de largo aliento.

Pero Alvear y Escalona, los fiadores del pacto, dejaron las respectivas presidencias de sus partidos, y ahora se aprestan a abandonar los asientos que ocupan en el Senado, cuando sobre los cimientos de la Concertación se levanta una alianza más amplia y diversa, la Nueva Mayoría, y algunos personeros socialistas desahucian el antiguo pacto contra la perseverante voluntad falangista de mantenerlo. Y es que la Democracia Cristiana fue durante los auspiciosos años noventa el eje de la acción gubernamental, y en la década pasada compartió esta responsabilidad con el Partido Socialista, al punto que tres de sus figuras llegaron a convertirse en jefes del gabinete de ministros.

Con el paso del tiempo han desaparecido los riesgos que otrora acecharon a la Concertación. La Democracia Cristiana, gracias a su afianzada estabilización electoral, hoy representa un tercio de la Nueva Mayoría, de modo que ella sola constituye un poderoso factor de gobernabilidad dentro de un sistema de partidos que cambia vertiginosamente. El PS ha salido fortalecido de la última elección, y la izquierda comunista/ciudadana está mejor posicionada en el Congreso. No parece haber motivo pues para persistir en un único quicio cuando podrían —y acaso deberían— ser varios los ejes llamados a garantizar el movimiento y el equilibrio.