martes, 10 de junio de 2014

LA PARADOJA DEMOCRATACRISTIANA

La casa de la Democracia Cristiana en Alameda frente al cerro Santa Lucía.
Rodolfo Fortunatti

El próximo domingo miles de democratacristianos concurrirán a sus sedes comunales para renovar la totalidad de la junta nacional del partido. Después de su congreso ésta es la máxima instancia de decisión de la colectividad. En los más de 500 representantes que la conforman, entre delegados y presidentes regionales, comunales, de frentes y departamentos, recaen las principales decisiones políticas de la tienda.

La Junta decide desde cuestiones estratégicas, como la postura DC ante las reformas impulsadas por Michelle Bachelet, hasta la política de alianzas, como su permanencia en la Nueva Mayoría o su virtual giro hacia un pacto de centroderecha con Renovación Nacional y Fuerza Pública.

Es un momento de definiciones. Y no sólo porque en agosto la actual conducción cumplirá cuatro años al mando del PDC — cerrando con ello el paréntesis transicional abierto por Sebastián Piñera—, sino porque precisamente ahora es cuando se produce la mayor fricción entre el partido de la «revolución en libertad» y el gobierno para el «Chile de todos», hecho que sacude fuertemente la memoria militante. El 4 de septiembre se conmemoran cincuenta años del triunfo de Eduardo Frei Montalva y del primer gobierno democratacristiano de América, cuyas elocuentes credenciales de centroizquierda la mesa de Walker ha procurado borrar sin éxito de la identidad falangista.

¿Aparente paradoja? Más bien la muy evidente contradicción entre el etos progresista del movimiento político y una dirigencia que ha actuado a contrapelo suyo y sin ofrecer debate ni explicaciones. Porque fue esta directiva la que anunció que no habría comunistas en el gabinete, pero los hubo. Ella la que nombró acuerdo político a lo que todo el país vio como una coalición. Ella la que celebró con exultante optimismo el programa de gobierno que critica al unísono con la oposición. Y ella la que cerró filas en torno a las facultades presidenciales y que lamenta no estar suficientemente representada en el gabinete.

Si está por irrumpir un nuevo ciclo político, no será con la resistencia de la Democracia Cristiana, sino con su resuelta y activa participación. Pero esta definición pasa por la elección que tendrá lugar el fin de semana en todo el país.

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