lunes, 18 de febrero de 2019

DEMOCRACIA PARA VENEZUELA ¿QUÉ MEDIOS?

Por Rodolfo Fortunatti




Una de las influencias más cruciales de Jacques Maritain en la generación de jóvenes que fundó la Falange Nacional y, más tarde, la Democracia Cristiana, fue aquel principio doctrinario según el cual la acción política es una actividad moral. Que sea moral significa que debe proponerse fines buenos y verdaderos, tales como la democracia, como el respeto a los derechos humanos, o como la paz entre los pueblos. Pero de modo muy importante, que los medios sean proporcionados y apropiados al fin perseguido. 

Se preguntaba el filósofo francés en El Hombre y el Estado: ¿No es acaso un axioma universal e inviolable, un principio fundamental evidente, que los medios han de ser proporcionados y apropiados al fin, puesto que son vías hacia el fin y, de alguna manera, el fin mismo realizándose? Lo es tanto como emplear medios intrínsecamente malos para avanzar a un fin intrínsecamente bueno es una equivocación y un sinsentido concluía Maritain sin el menor atisbo.

Ningún democratacristiano formado en la vieja escuela ignora este principio, como nosotros no lo ignoramos cuando juzgamos la crisis venezolana y pronunciamos un rotundo ¡no! a la intervención ilegítima en el país caribeño, en contraste con la opinión de quienes han reconocido a Juan Guaidó como «presidente encargado». Entonces fijamos una diferencia esencial respecto de estos. Porque tal vez coincidimos en el mismo fin bueno para Venezuela, que es la democracia, pero discrepamos de los medios.

Si los medios no son proporcionados, o sea, equivalentes al fin, no se logra el fin perseguido. Si los medios no son apropiados, es decir, ajustados al fin y a sus condiciones, tampoco se logra el fin anhelado.

Reconocer a Juan Guaidó como «presidente interino» de Venezuela, es prestar legitimidad a una autoridad paralela a la existente dentro del Estado venezolano, lo que en Chile y en los regímenes constitucionales se considera un acto de sedición, en sí mismo una equivocación y un sinsentido pues se están empleando medios malos para conseguir un fin bueno.

Al reconocer a Guaidó, se acepta así se ignorenel plan y el itinerario concordado previamente entre Guaidó y Washington, más la OEA y el Grupo de Lima. Se acepta el liderazgo de Donald Trump y de sus asesores en el manejo de la operación, se aceptan los embargos de activos venezolanos en el exterior, se acepta la eventual intervención armada de Estados Unidos, se aceptan los llamados a la insurrección de los institutos militares, se acepta un golpe de Estado, se acepta como costo una guerra civil, se acepta la presión sobre las fronteras de convoyes extranjeros con donaciones, y se acepta la violación de la soberanía de una nación independiente desde 1810. Se acepta la violación del derecho internacional y del Sistema de Naciones Unidas, que son sus órganos, tratados, convenciones y protocolos.

Aceptado todo esto, resultará luego una interpretación forzada sostener que en realidad lo que se apoyaba era una solución política, constitucional, democrática y pacífica. Y, a todas luces, un sinsentido, como diría Maritain, afirmar que se buscaba restablecer el imperio de los derechos humanos mediante la violación de los derechos humanos. 

Portaaviones Abrahm Lincoln
Si los medios son el fin mismo realizándose, ¿qué fin democrático se está anticipando con el despliegue de portaaviones nuclear y destructores estadounidenses en operaciones navales de intimidación? ¿Acaso una democracia protegida, tutelada, semi-soberana, como la chilena? ¿Quizá el nuevo vigía de Occidente?

Nuestros críticos no podrán eludir las consecuencias que tendrá todo esto en América Latina y en el porvenir de los más pobres y desposeídos.

El día de mañana apelaremos al derecho internacional para defender nuestra soberanía. Entonces nos dirán, con qué cara, con qué moral, con qué autoridad viene Chile a exigir esto para sí o para otro Estado. 

Ustedes, los chilenos, que reconocieron a un «presidente encargado» y a su «representante diplomática», ambos activos promotores del alzamiento militar contra el gobierno constituido, incluso a través de una invasión de Estados Unidos que traería guerra civil y más sufrimiento. 

Ustedes que han instigado el embargo de bienes que pertenecen al pueblo venezolano. 

Ustedes que han tolerado que Estados Unidos entregue el manejo de esos recursos al «presidente encargado». 

Ustedes que, en su doble estándar, apoyan el estrangulamiento de la economía venezolana hasta el límite del hambre y la enfermedad de su población más vulnerable, y luego montan el espectáculo de la ayuda humanitaria, para cumplir su parte del trato en este drama. 

Ustedes no tienen derecho a pedir respeto por sus demandas, cuando hace mucho tiempo perdieron el respeto por sí mismos.

Debiéramos tenerlo claro, pero no lo tenemos. Por lo que fue la transición chilena, sabemos que medios violentos no conducen a la paz, como medios de fuerza no destinan a la democracia y a las garantías de seguridad y protección de las personas. De ahí nuestra convicción doctrinaria de que el fin no justifica los medios.