lunes, 14 de mayo de 2018

CHILLÁN, TIERRA FÉRTIL DE CLAUDIO HUEPE

Rodolfo Fortunatti

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Una generación prodigiosa, valiente y convencida del valor de los derechos de la persona y de la democracia, fue el aleteo de mariposa que cambió el rumbo de la protesta social y el destino de Chile.


12 de mayo, 11.00 horas, Salón de Reuniones de Cameduc 

El día anterior se han cumplido nueve años desde la partida de Claudio Huepe García, uno de los más grandes testimonios de coherencia y lealtad de la Democracia Cristiana. Su recuerdo se hace voz en la asamblea que ha convocado al distrito diecinueve. Se insinúa también en la presencia de Patricio Huepe, su hermano menor y actual concejal del municipio de Chillán, que ha seguido los pasos de generosidad y servicio de Claudio.

Se han cumplido nueve años desde la partida de Claudio Huepe García, uno de los más grandes testimonios de coherencia y lealtad de la Democracia Cristiana

Acaba de proyectarse el video que evoca a los mártires de Chicago y las luchas de reconocimiento de derechos de la clase trabajadora. Por eso, el nombre de Rodolfo Seguel y su combate contra el cáncer, pronunciados a propósito de la conmemoración del 1° de Mayo, son recibidos con gratitud y respeto.

Se cumplen 35 años de la Primera Protesta Nacional contra la dictadura liderada por la Confederación de Trabajadores del Cobre a cuya cabeza estuvo el joven Seguel.

Pero otro registro de la memoria, cual es la remembranza de Mayo del 68, la revolución de los jóvenes en el mundo que fijó un antes y un después, reconstituye otro antecedente crucial de la historia política y social de Chile. Y es que las protestas nacionales fueron protagonizadas por jóvenes. Líderes juveniles movilizaron a los trabajadores, a los pobladores, a los activistas por los derechos humanos, a los partidos políticos que ocuparon las calles y a los universitarios.

Una generación prodigiosa, valiente, convencida del valor de los derechos de la persona y de la democracia fue el aleteo de mariposa que cambió el rumbo de la protesta social y el destino de Chile.

Humberto Burotto —el mejor de los nuestros— fue grano fecundo de aquel semillero y pasó a ocupar la primera línea del movimiento en cierne. Ahora aparecía impreso en un pendón azul que llamaba la atención sobre su propuesta de cambio y de conducción para el Partido.

Ahora Humberto Burotto aparecía impreso en un pendón

¡Nosotros somos la renovación! Somos quienes devolveremos el poder, la decisión y la promesa de transformación que, en plena democracia, nunca debieron haber perdido los militantes.
Nosotros fortaleceremos y alimentaremos las raíces que dan vida al Partido. Porque, como dice la sentencia bíblica, «no se puede poner vino nuevo en odres viejos; el buen vino debe conservarse en buena fuente».

Una y otra vez se escucha en la sala que hemos abandonado la defensa de los derechos fundamentales. Se dice que la despenalización de la interrupción del embarazo en tres causales es un flagrante atentado contra el derecho a la vida. Que apoyar esa ley ha desperfilado nuestra identidad humanista cristiana.

¿Quiénes lo dicen? Lo dicen quienes han omitido, ignorado o desdeñado los derechos de las mujeres. Porque de esto hablamos: de derechos humanos indivisibles. Lo afirman quienes han defendido el lucro en educación. Por cierto, lo dicen quienes se han opuesto a la gratuidad de los derechos económicos, sociales y culturales. Los que no dejan de oponerle restricciones al acceso a la salud y la educación en un país con una renta cercana a los 25 mil dólares por habitante.

Hablamos de la inestabilidad de las instituciones provocada por la pérdida de credibilidad de autoridades y representantes. Advertimos del peligro que reviste para la democracia que de la noche a la mañana emerjan figuras públicas y, a la misma velocidad, sean derribadas por denuncias de corrupción o de faltas a la probidad.

¡Nosotros somos la renovación! Somos los que devolveremos el poder, la decisión y la promesa de transformación a los militantes.

Hemos hecho ver el riesgo de una corrupción que socava la política partidaria y que abre brechas con la sociedad civil que observa y opina sobre la decadencia moral, y que ya no tolera el abuso como modo de ejercer el poder en democracia.

Hablamos de seguridad y protección para una sociedad de derechos, y nos responden que estas son antiguas disputas ideológicas que no se ocupan de los problemas reales de la gente.

¿No es real la demanda de acceso a la salud? ¿No lo es el fin de las AFP como condición para una previsión digna? ¿No lo es la vulneración del derecho al agua de grupos cada vez más numerosos de población? ¿No es real la pobreza multidimensional que padecen 3 millones 600 mil compatriotas?

Quienes deben juzgar en el libre albedrío de sus conciencias, son los 32 mil democratacristianos con derecho a marcar su preferencia el domingo 27 de mayo.