miércoles, 16 de mayo de 2018

MACUL, EL «NUNCA MÁS» DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA

Rodolfo Fortunatti



Nos une lo bueno, imperecedero e irrenunciable de nuestra identidad común y de nuestra conciencia recta

Macul, martes 15 de mayo, 19.30 horas, a 127 años de la promulgación de la Encíclica Rerum Novarum (De las cosas nuevas).   

Interviene una de las asistentes al Conversatorio organizado por la directiva comunal de la Democracia Cristiana de Macul. Está formulando una pregunta esencial a los candidatos: ¿cuáles son los «nunca más» que deberá encarnar el partido en su teoría y práctica políticas?     

Es María Eugenia Parra, en 1978 secretaria nacional de la Democracia Cristiana Universitaria, la orgánica que ha sido recuperada del ostracismo en que la mantenía la línea de independencia crítica y activa promovida por la JDC. María Eugenia conserva la misma claridad y lealtad al partido que exhibía en aquel tiempo.    

En la audiencia también se encuentra Oscar Osorio, por entonces candidato de la DCU a la presidencia del Centro de Alumnos de Sociología. Oscar es testigo y protagonista de aquella dura época en que Guillermo Yunge y Atilio Gárate fundan la CODEJU que, después, llegaría a ser conducida por Gabriel Pozo, ahora presidente comunal y quien modera el Conversatorio de Macul.           

Pero también la audiencia revela los rostros de aquellos hombres y mujeres que cuando jóvenes vivieron las rupturas del Mapu y de la Izquierda Cristiana. «Sentí la partida de Luis Maira, era uno de mis amigos», rememora un antiguo militante junto a su compañera de toda una vida.    


Hay quienes piensan que estos testimonios son solo reminiscencias de un pasado lejano y desdibujado. Más aún, hay quienes explícitamente afirman que la Revolución en Libertad, la Reforma Agraria, la Promoción Popular, la obra y el sacrificio de Eduardo Frei, son comparables a la imagen del pasado que nos devuelve el espejo retrovisor versus el horizonte ancho que nos ofrece el parabrisas: pequeña la una; grande el otro. Pero ¿es posible este parangón? No lo es. No lo es, porque no hay mañana sin ayer.     


Cuando en el Consejo Ampliado de abril —último esfuerzo por contener la fuga de quienes finalmente renunciaron— se les preguntó a los convocados qué era lo que unía a la Democracia Cristiana, en todas sus comisiones la respuesta fue la misma: nos une la historia. ¿Y qué es la historia? La historia es la lucha por realizar los valores morales y culturales que han empujado al partido y al país hacia sus más altos niveles de desarrollo y de civilización. Es lo bueno, imperecedero e irrenunciable de nuestra identidad común y de nuestra conciencia recta. Sin ellos no sería posible avizorar siquiera un «nosotros».      


Pero estamos ahí para responder a la pregunta de «los nunca más».        

Y lo hacemos con convicción y con cariño por todos los que han concurrido renunciando al partido de Colo Colo que se disputa a esa hora y a la calidez de sus hogares, para exponerse al frío y, quizá, al resfrío, y, sobre todo, para reafirmar su fe en la Democracia Cristiana:     

Nunca más una militancia sin participación y sin control sobre la gestión.     

Nunca más al «boleteo» y al vínculo financiero con empresas.     

Nunca más a presupuestos y contabilidades alejadas de la luz pública.     

Nunca más una decisión democrática del partido será reemplazada por la voluntad del senador, del diputado, del intendente y del alcalde, y mañana, del gobernador regional.       

Nunca más una vocería oficial del partido será abrumada o anulada por una posición dominante en el acceso a la prensa y la televisión.      

Nunca más una conducción de mesa directiva sin respeto por las minorías, y nunca más la formación de disidencias.       

Y nunca más el descrédito de las personas que sustituye al debate de ideas.      

Nunca más, porque otro partido está en marcha y nosotros somos su vanguardia.