martes, 12 de junio de 2007

Trivelli: del otro lado del espejo

Rodolfo Fortunatti

Desde su anuncio el jueves pasado, la información apareció en una docena de medios. Un esfuerzo mediático nada desdeñable. Téngase en cuenta que capturó las cámaras de dos canales de televisión, y los micrófonos de un par de radios con alta sintonía. ¿Cuál es la primera reacción que provoca? No causa asombro. Nadie le atribuye gravedad. Antes bien, las opiniones se mueven entre la indiferencia y el escepticismo. Por ejemplo, la actitud de Patricio Melero: «La Concertación debe preocuparse de sus propios problemas y éste es uno de ellos» —dice el diputado UDI. O, la de Jorge Pizarro, que confiesa valorar la audacia, imaginación y sentido de aventura del advenedizo. Mulet, más flemático, lo toma como una falta de respeto a Michelle Bachelet. Por anticipar la carrera presidencial, sostiene.

Soledad Alvear y Escalona, aseguran que el candidato será propuesto por los partidos políticos; en cualquier caso, no antes del 2008. Y Bitar lo confirma como dice el dicho: «No por mucho madrugar amanece más temprano».

Pero, en el fondo, nada serio. Nada que amenace al statu quo. Nada fuera de la rutina. Salvo para el candidato y para su círculo de amigos, en adelante, el comité estratégico. Por ahí echaron a correr la voz de que Chileprimero tenía fuerte interés en la operación. Fue sin embargo Schaulsohn quien se encargó de desvanecer toda ilusión al respecto. Y fue duro al declarar que desmentía categóricamente tal posibilidad. Fue duro, no por el desmentido, sino por la justificación del mismo. Dijo, sin temor a incoherencias, que lo que buscaba Chileprimero era «elevar el debate de la política».

Claro que hay quienes aprovechan la oportunidad noticiosa que les brinda el ex Intendente, para publicitar sus puntos de vista. Así es como Acción Ecológica lo hace responsable del Transantiago, de la contaminación del aire, y de la repavimentación de la Alameda. Es un «cara de palo» subraya Luis Mariano Rendón. Y Patricio Herman espeta con severidad: «Fue uno de los autores materiales, junto a Jaime Ravinet, del mayor atentado ambiental contra Santiago de los últimos años, cual fue la expansión de la ciudad sobre las tierras agrícolas…Esta expansión, que benefició directamente a los especuladores inmobiliarios, agudiza sin embargo todos los problemas urbanos, entre ellos el transporte. Ello, pues se hace necesario alargar los recorridos de buses y automóviles, con todos los costos económicos, sociales y ambientales que eso genera. Sin duda que Trivelli ha sabido servir a los señores del dinero, pero nunca supo servir a la ciudadanía».

Pero Trivelli procura creer su guión y, sobre todo, convencer al mundo que en verdad se cree el libreto. Sólo que el relato de Marcelo Trivelli ocurre del otro lado del espejo; del lado de Alicia. Pertenece a un mundo irreal, un mundo imaginario, un mundo, en fin, que no necesita verificar sus caminos de realización, a diferencia del pensamiento utópico. De otro modo no se entienden afirmaciones como la siguiente: «La gente me ha dicho que quiere que avancemos más rápido y que quiere verme en La Moneda». O, como esta: «Yo gané la alcaldía de Santiago sin competir; todos decían que debí haber sido el alcalde de Santiago, y claro, eso se terminó. Esta es una opción en miras del 2009, y creo que vamos a salir ganadores». O quizá como esta otra: «Yo le gané a Joaquín Lavín y, por lo tanto, creo que puedo derrotar a Piñera».

Nada de esto ha ocurrido en el mundo real. Ni la gente se ha pronunciado en plebiscito alguno. Ni Trivelli es alcalde. Ni le ha ganado a Lavín. Y lo de Piñera, está por verse.