lunes, 25 de junio de 2007

La nueva moral burguesa

Rodolfo Fortunatti


Lo escribió Hans Küng: sin ideologías humanistas no puede haber humanización del mundo. No fueron las fuerzas de la individuación quienes hicieron esta contribución a la humanización de la vida, sino los movimientos populares y reformadores. Ellos, los que ofrecieron protección y comunidad. Ellos, los que construyeron el arca común donde pudiera avanzar el pueblo, el país, la nación, a su amparo y protección. Paradójicamente, en Francia y en Argentina, empieza a ser la derecha quien despierta esas esperanzas de autonomía y realización.

El domingo antepasado Nicolas Sarkozy conquistó 350 de las 577 bancas de la asamblea francesa. Y pudo haber conseguido sobre los 400 escaños. Ayer, en Buenos Aires, triunfó Mauricio Macri, disputándole la opción presidencial a Cristina Kirchner. ¿Con qué mensaje? ¿Con qué sueño de país? ¿Qué le dijo Sarkozy a los franceses el pasado 29 de abril? ¿Qué les dijo Macri a los argentinos?

«No me da miedo la palabra moral —afirmaba en su
discurso el actual Presidente francés—. Desde mayo de 1968 no se podía hablar de moral. Era una palabra que había desaparecido del vocabulario político. Hoy, por primera vez en decenios, la moral ha estado en el corazón de la campaña presidencial.

«Mayo del 68 nos había impuesto el relativismo intelectual y moral. Los herederos del ‘68 habían impuesto la idea de que todo vale, de que no hay ninguna diferencia entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, entre lo bello y lo feo.

«Habían querido hacernos creer que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos alumnos, que no había diferencias de valor y de mérito.

«Habían querido hacernos creer que la víctima cuenta menos que el delincuente, y que no puede existir ninguna jerarquía de valores.

«Habían proclamado que todo está permitido, que la autoridad había terminado, que las buenas maneras habían terminado, que el respeto había terminado, que ya no había nada que fuera grande, nada que fuera sagrado, nada admirable, y tampoco ya ninguna regla, ninguna norma, nada que estuviera prohibido».


Sarkozy habla desde el reformismo de derechas. Critica al progresismo light, incluso reivindicando la solvencia ética del genuino reformismo francés de izquierda. Sarkozy apunta, no obstante, más allá. Va tras la recuperación de una moralidad burguesa perdida en el tiempo…

«La herencia de Mayo del ‘68 ha introducido el cinismo en la sociedad y en la política. Han sido precisamente los valores de Mayo del ‘68 los que han promovido la deriva del capitalismo financiero, el culto del dinero—rey, del beneficio a corto plazo, de la especulación. El cuestionamiento de todas las referencias éticas y de todos los valores morales ha contribuido a debilitar la moral del capitalismo, ha preparado el terreno para el capitalismo sin escrúpulos y sin ética, para esas indemnizaciones millonarias de los grandes directivos, esos retiros blindados, esos abusos de ciertos empresarios, el triunfo del depredador sobre el emprendedor, del especulador sobre el trabajador».

En América, otro hombre, Mauricio Macri, habla desde el corazón de Argentina, donde ha conquistado la alcaldía de Buenos Aires con el 61 por ciento de los 2,5 millones de votos. Macri derrotó el domingo a Daniel Filmus, pero en la práctica venció al Presidente Kirchner, que se jugó entero por él. ¿Cuál fue el espíritu de su mensaje? Se puede escuchar en la conmovedora
Propuesta Republicana:

«Alguien tiene que proponer Justicia Social, alguien tiene que proponer una educación pública, alguien tiene que proponer algo más saludable, alguien tiene que tener una propuesta más segura, alguien tiene que devolverle al pueblo lo que es del pueblo, alguien tiene que proponer una revolución contra los conservadores, alguien tiene que proponer volver a soñar despiertos.

«Y lo propuso usted.

«Usted que es independiente, y se quedó sin independencia. Usted que es Peronista y se quedó sin Perón, sin Evita, porque nos quedamos sin Perón y sin Evita.

«Y usted que es Radical, y no hay nadie que se parezca a Irigoyen ni a Alvear, ni a Balbín, ni a Illía. Porque todos nos quedamos sin Irigoyen, sin Alvear, sin Balbín y sin Illía.

«Lamentablemente nos quedamos sin Frondizi. Pero afortunadamente queda su espíritu con ideas nuevas».

Mauricio Macri es todo lo neoliberal que pudo haberle censurado Kirchner, pero fustiga a los conservadores, y levanta una alternativa que pretende superar a las izquierdas y a las derechas.

¿Dónde radica el éxito de aquellas derechas que las autóctonas no han podido descubrir, y que por eso no han podido sacar provecho siquiera de los errores? Esas derechas han logrado detectar el malestar de la cultura política. Esta cultura que abandona al ciudadano a su propia suerte. Esta cultura que se nutre de la desaprensión, del relajamiento de los lazos comunitarios, de la pérdida del diálogo moral. O sea, del triunfo del relativismo en la acción política. En suma, de la instalación del principio del todo vale.