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La principal
incógnita de la política chilena de los últimos tres años, la disponibilidad de
la expresidente Michelle Bachelet para
respostular, comenzó a diluirse este viernes en Nueva York. La directora
Ejecutiva de ONU Mujer, que se radicó en
Estados Unidos y asumió el cargo en septiembre de 2010, informó que renuncia a
Naciones Unidas para regresar a Chile por motivos personales. Y, con sólo
cuatro palabras, remeció el tablero del país sudamericano: “Vuelvo a mi país”.
La médico ha
hecho el anuncio en inglés durante su discurso de cierre de la Comisión
Jurídica y Social de la Mujer, en la sede principal de la ONU, en Manhattan. El
secretario general, Ban Ki Moon, ha señalado a
través de un comunicado de prensa su gratitud por su servicio: “Ella fue la
persona correcta en el trabajo correcto y en el momento correcto. Su liderazgo
visionario dio a ONU Mujeres el comienzo dinámico que necesitaba (…). Agradezco
a Bachelet por sus contribuciones y le deseo mucho éxito mientras ella se
embarca en el siguiente capítulo de su extraordinaria vida”.
Bachelet por
primera vez da luces directas sobre su futuro. El anuncio, sin embargo, no toma
por sorpresa ni a la clase política chilena ni a la ciudadanía: la ex Mandataria,
desde que dejó el Palacio de La Moneda en marzo de 2010, ha mantenido un
elevado apoyo ciudadano y, aunque ha optado por prolongar el misterio, es un
hecho probado que regresará a Chile para volver a presentarse a la Presidencia
con miras a las elecciones de noviembre.
De acuerdo a la
última encuesta del Centro de Estudios Públicos
(CEP), un 54% tiene decidido votar por
Bachelet y su apoyo ha sido calificado por los analistas como un fenómeno.
Las proyecciones indican que, de mantener su respaldo, podría ganar en primera
vuelta, ya que supera por amplia ventaja a los otros precandidatos de su
conglomerado, la Concertación. Los números también le dan holgura frente a las
cartas presidenciales de la derecha: el ex
Ministro Laurence Golborne (15%), que lideró el rescate de los 33 mineros,
y el ex jefe de Defensa, Andrés Allamand
(7%).
En diciembre
pasado, cuando arribó a Santiago para celebrar las fiestas de fin de año,
Bachelet anunció en una breve e informal declaración ante la prensa que este
mes entregaría noticias sobre su candidatura: “Hablemos en marzo”, señaló en la
puerta de su domicilio de la capital chilena.
Desde que dejó
la jefatura de Estado, y sobre todo después de que se radicó en Nueva York, ha
mantenido un inquebrantable silencio sobre la coyuntura local, lo que produce
nerviosismo tanto en los partidos que la apoyan como entre sus adversarios.
Cada una de sus visitas a Chile, donde llegaba de sorpresa y tratando de pasar
inadvertida, generaba alta expectación ciudadana y mediática.
De acuerdo a sus
asesores, un grupo reducido que cultiva la discreción total, la ex Presidente
llegará a Chile la última semana de marzo y, recién entonces, antes del día 31,
anunciará que esta disponible para correr la carrera presidencial. El Partido Socialista chileno
ha anunciado este sábado que el 13 de abril será proclamada por dos
partidos de centroizquierda, el socialista y el PPD, y posteriormente
inscribirá su precandidatura con miras a las primarias de la oposición del 30
de junio. Bachelet se medirá con el
abanderado democristiano, Claudio Orrego (1%); el presidente del Partido
Radical, José Antonio Gómez (1%); y su exhombre de confianza y ministro de
Hacienda de su Gobierno, el economista Andrés Velasco (2%). La votación,
sin embargo, no contempla ningún riesgo para la socialista y se realiza, sobre
todo, como una señal de inclusión ante la ciudadanía que no tolera que las
decisiones políticas se sigan tomando entre cuatro paredes.
Bachelet evitará
realizar pronunciamientos de fondo durante sus primeros días en Chile y se
dedicará, sobre todo, a escuchar las demandas de un país que en su ausencia
cambió profundamente. En el socialismo se informa que es altamente probable que
comience una gira por distintas ciudades de Chile para reunirse con pobladores
y organizaciones sociales.
Una de las
grandes incógnitas que todavía Bachelet no ha despejado son las propuestas para
llegar otra vez a La Moneda. En su ausencia, el país vivió una de las mayores
transformaciones con las protestas estudiantiles de 2011. Chile cambió: la
población se rebeló contra la desigualdad, una de las mayores del mundo, y
demanda más equidad y control de los abusos en un país libremercadista donde
los servicios públicos están debilitados.
Entre líneas,
sin embargo, la médico socialista ha dado algunas luces de lo que podría hacer
en cuatro años de gobierno. En una decena de cartas públicas, que ha hecho
llegar en el último año a diversas organizaciones, ha manifestado su interés
por una reforma tributaria de fondo,
cambios al sistema electoral binominal y ha hecho hincapié en áreas como la
educación, salud y laboral. De acuerdo a sus asesores, un eventual nuevo
período también pondrá énfasis en la equidad de género.
Uno de los
principales desafíos que deberá enfrentar la ex Mandataria será su relación con
los partidos políticos de la Concertación, desprestigiados como todas las
instituciones democráticas de Chile y con una popularidad
del 22%. Bachelet en su campaña deberá hacerse cargo de los aciertos y errores
tanto de su gobierno como de su conglomerado, que gobernó Chile entre 1990 y
2010. Los cercanos a Bachelet anuncian en privado que apostará por nuevos
rostros y por la inclusión de nuevos movimientos sociales, aunque resulte una
tarea compleja. Intentará, además, ampliar la base de apoyo de la Concertación y, por primera vez desde el retorno a la
democracia, los comunistas podrían regresar a La Moneda de la mano de la ex Presidente.
El País, 16 de marzo.