jueves, 3 de mayo de 2007

El Suicidio

Rodolfo Fortunatti


¿Qué lleva a una coalición a desear su fin? ¿Cuáles son las principales motivaciones que la empujan a su autodestrucción? ¿Son semejantes las justificaciones de unos y otros para el suicidio político? Y, en su revés, quienes luchan por la vida, ¿comparten el mismo sentido de sus luchas? ¿Dan todo de sí por la preservación?

Destilando y conservando sólo su pureza, la causa esencial de la propensión letal es la pérdida de identidad, de cohesión y de reconocimiento de los miembros de una colectividad. Así, cuanto menor es el sentimiento de un «nosotros», más desintegrado es el «yo» que adhiere a esa identidad común. Cuanto más frágiles son los lazos políticos, mayor es el recogimiento hacia la propia individualidad. Cuanto mayor es el ostracismo, más amenazadores aparecen los demás, que ahora son vistos como «los otros».

Sin embargo, aunque tengan un origen común, las razones para matarse, sui caedĕre, pueden ser muy diferentes. El suicidio altruista, como se desprende de la Carta de Ominami a Escalona, entraña una renuncia a favor de otros, esto es, a favor de una fuerza de izquierda situada a la vanguardia y con capacidad para introducir rectificaciones. El suicidio anómico —originado en la ira y la decepción—, y nunca mejor expuesto por Cortés Terzi, reaparece en períodos de inestabilidad o desintegración aparentes; si se prefiere, de fase terminal, como cuando la ceremonia del adiós. El suicidio egoísta, caracterizado por Chile Primero, es la manifestación más nítida del que se siente totalmente libre de las coacciones colectivas para emprender la acción autodestructora. Por último, el suicidio fatalista surge ahí donde las condiciones políticas se advierten tan rígidas, y tan difíciles de sortear, que el sacrificio colectivo, tal y cual lo relata Adolfo Zaldívar, asoma como la única salida.

Emile Durkheim escribió
El Suicidio el año 1897, cuando observó cierta correlación entre las altas tasas de suicidio y el individualismo, la secularización y el abandono de los lazos de solidaridad y comunidad de las sociedades modernas.

Lo mismo que en sociología, en política las tendencias fraccionalistas, rupturistas y disolutorias, se muestran fuertemente asociadas, y se reproducen, por la pérdida de voluntad, de visión y misión comunes en la Concertación. Son el Tánatos de la coalición. La representación de la muerte no violenta, pero espantosamente oscura.