lunes, 27 de agosto de 2007

Al modo de Sonora y de Chihuahua

Rodolfo Fortunatti

Interesante opinión la de Manuel Espino Barrientos. Interesante, porque permite comprender lo que la Democracia Cristiana no fue, no es, y ya no será.

¿Qué dice Espino Barrientos? Espino Barrientos denuncia la izquierdización de la Concertación. Peor aún, Espino Barrientos detecta la radicalización de la Concertación y, en consecuencia, la tendencia a la polarización política del país. Muy ideologizada se le antoja a él la coalición. Claro que a Espino Barrientos le preocupa más la suerte de la Falange que la de sus socios. No le gustaría que el desgaste de Michelle Bachelet afectara el liderazgo de Soledad Alvear. Por eso aconseja a los democratacristianos repensar su permanencia en el gobierno. ¿Para irse dónde? Bueno, Espino Barrientos discurre algo así como una redefinición de las alianzas. ¿Redefinición de las alianzas? ¿En qué consiste eso? Espino Barrientos no lo aclara. Sólo confiesa el motivo de una tal redefinición: ¡Por el bien de Chile!

Interesante opinión la de Espino Barrientos. Interesante porque permite recordar que fue en Chile donde se fundó el primer partido demócrata cristiano de América, allá por el mes de julio de 1957. En estricto rigor, según los historiadores, habría sido el año 1937, cuando se creó la Falange Nacional, la buena semilla. También en Chile se formó el primer gobierno democratacristiano de América, con Eduardo Frei Montalva a la cabeza. ¿Sabrá Espino Barrientos que el programa de Frei encarnaba la gran esperanza temporal de Jacques Maritain, el filósofo humanista cristiano? ¿Sabrá Espino Barrientos que la Revolución en Libertad del presidente Frei representó la emancipación de millones de pobres de la ciudad y el campo? ¿Se habrá enterado Espino Barrientos que nunca en su historia la Democracia Cristiana ha constituído gobierno con la derecha? ¿Sabrá al menos que en Chile la Democracia Cristiana luchó por el restablecimiento de los derechos humanos y la democracia, cuando los actuales líderes de la derecha se la jugaban a favor de Pinochet? ¿O dónde imagina Espino Barrientos que andaban Piñera, Matthei, Lavín y Larraín? ¿En qué consiste la redefinición de las alianzas que sugiere Espino Barrientos? ¿En qué, si aquí la única derecha que conocemos aún no rompe sus ataduras con el pasado?

Tiene que haber un modo más pedagógico de entender qué quiere decirnos el profesor secundario. Y, al revés, tiene que haber un modo de explicarle al licenciado en administración de empresas, en qué consiste esta empresa popular y reformadora, que ha concurrido a la coalición política más prolongada y exitosa de toda la historia republicana de Chile. Tiene que haber un modo de entenderse de igual a igual con el presidente del PAN. Tiene que haber un modo de hacerle ver a Espino Barrientos, a la sazón presidente de la ODCA, que su primer deber consiste en respetar la autonomía e independencia de los partidos hermanos. En fin, tiene que haber un modo de decirle al durangueño, al político de Sonora (lugar de maíz) y de Chihuahua (lugar árido y arenoso), que los democratacristianos saben qué hacer en Chile.


Quizá el V Congreso de octubre sea una ocasión propicia para ello.