miércoles, 22 de agosto de 2007

Expansiva es política

Rodolfo Fortunatti

Hay que examinar en serio el mensaje de Expansiva, antes de juzgar su autoridad, como lo hace Carlos Peña. Hay que ver en Expansiva un real agente de poder, porque es un genuino agente moral-cultural.

¿De qué sirve enterarse que Expansiva se originó en un seminario realizado en el Divinity School de Harvard? ¿De qué sirve saber que sus miembros reclaman de la élite política —porque no del electorado— un reconocimiento del cual carecen? ¿De qué sirve acusarla de neutralidad valorativa? ¿De qué vale descubrir su supuesta imparcialidad? ¿De qué, si no se desenmascara el núcleo del poder de Expansiva, que es su ideología de legitimación?

Lo menos que tiene Expansiva es la neutralidad que le atribuye Peña. Y lo único que consigue con semejante imputación el columnista de El Mercurio y rector de la Universidad Diego Portales, es escabullir el bulto. Porque es incuestionable que Expansiva posee una visión del pasado reciente, como la poseen Peña, El Mercurio y la Universidad Diego Portales. Es indudable que Expansiva también tiene una visión del futuro próximo, como la tienen Peña, El Mercurio y la UDP. Es indesmentible, asimismo, que Expansiva tiene un modelo de intervención social; un modelo con pretensiones políticas, al igual que los modelos de Peña, de El Mercurio y de la UDP. Lo cual se puede verificar en el documento Somos más, queremos más y podemos más, de Expansiva, como lo de Peña en las publicaciones de El Mercurio y de la UDP.

Para ser honestos, lo que hace Expansiva es formular una crítica a la transición democrática de los últimos veinte años. Expansiva apunta explícitamente a la estructura institucional de Chile, como el principal escollo del desarrollo. Por eso, lo peor en la crítica a Expansiva sería reducir la polémica a una confrontación entre técnicos y políticos. Porque Expansiva es política.

Dice Expansiva que la falla de nuestra transición es haber fomentado, a través de políticas asistenciales del Estado, la aparición de ciudadanos pasivos, sin aptitudes para la creatividad y la cooperación. Piensa Expansiva que para vencer estas rémoras es menester actuar sobre tres barreras. Primero, sobre la pesada y desvencijada estructura del Estado. A Expansiva no le preocupa el tamaño del Estado —ingresos del 18%, y gastos del 21% del PIB—, cuanto su modernización tecnológica. Segundo, es necesario actuar sobre la organización social, desterrando el paternalismo subyacente tras ella, y estimulando, en su reverso, la libre iniciativa de los individuos. Tercero, es preciso actuar sobre la cultura política mediante la desregulación normativa e institucional, sobre todo, del mercado laboral, a fin de limitar los excesos desprotectores y opresivos de la sociedad chilena.

Hecho el diagnóstico y formulado el proyecto, Expansiva define las condiciones nacionales e internacionales dentro de las cuales operará su estrategia de intervención. Frente a los avances esperados en materia de ciencia y tecnología, Espansiva propone flexiseguridad. A los efectos no deseados de la globalización, responde con capacitación, seguros personales, y vida digna —aunque no explica qué entiende por tal—. A las transformaciones socioculturales desestabilizadoras, responde con inscripción automática, democracia partidaria, elección de autoridades regionales, instancias de control de la ciudadanía, iniciativa popular de ley, y plebiscitos. A las futuras restricciones que pesarán sobre el Estado, opone una sociedad más exigente, pero sin recursos instrumentales. A las limitaciones que mostrarán los mercados, opone una política social activa, que tampoco explica. Por último, para hacer frente a la incertidumbre y a la inseguridad provocadas por la delincuencia, el desempleo, el envejecimiento de la población, y las migraciones, Expansiva reivindica la colaboración recíproca del Estado, la empresa privada y la sociedad civil. Con todo, lo crucial de su modelo estratégico es la reforma institucional, entiéndase: participación, cohesión, transparencia, eficiencia, accountability, incentivos, inserción internacional y diálogo. Cierto es que se observa una fuerte asimetría entre las inciertas tendencias de largo plazo —de aquí al 2027— y las iniciativas propuestas por Expansiva —algunas actualmente en el Parlamento—.

El problema del modelo Expansiva —y hay que controvertirlo de cara a Expansiva— es que no parece confiar lo mismo en los individuos, la empresa privada y los mercados, que en el Estado y la Sociedad. Si no, alguna línea habría reservado Expansiva a los derechos de las personas y a sus capacidades de obrar. Pero eso, eso es más de Amartya Sen que de Expansiva.