miércoles, 3 de abril de 2013

CHILE: LAS EXIGENCIAS DE LA ACTIVIDAD INTERNACIONAL



Por
Alberto Sepúlveda Almarza
Doctor en Ciencias Políticas y Sociología

Presidente de la Asociación Chilena de Especialistas Internacionales (ACHEI)

Vicepresidente de la  Federación Latinoamericana de  Asociaciones de Estudios Internacionales (FLAEI)


______________________________________________________



Chile ha tenido, en las últimas tres décadas, un explosivo crecimiento en su PIB que lo ha colocado a la cabeza de América Latina, tanto en sus ingresos como en la casi totalidad de los indicadores sociales como, esperanza de vida, calidad de sus sistemas educacionales o en lo referente a la cobertura en salud.
Esta situación se debe a su inserción en la economía global, a la internacionalización de las actividades de las empresas chilenas, que hoy tienen más de 70.000 millones de inversión externa, a la exportación de bienes y servicios, etc.

Se calcula que más de dos tercios del PIB chileno deriva de sus actividades relacionadas con la globalización. Y, sin embargo, el país no ha evolucionado hacia la creación de un Sistema de Relaciones Internacionales y ello constituye una gran limitación para el crecimiento sostenido de la economía y para la elaboración de de una política exterior con el grado de sofisticación adecuado a la nueva.
Vamos dando algunos antecedentes:

El presupuesto del Ministerio de Relaciones Exteriores ronda en el uno por ciento del presupuesto total del Estado, tal como ocurría hace cinco décadas.

-El personal de diplomáticos de carrera es unas quinientas personas. Hoy Chile es el país del planeta que cuenta con la mayor cantidad de Tratados de Libre Comercio (TLC´s) y Acuerdos de Complementación  Económica ( ACE) y ello ha implicado abrir Embajadas u Consulados en Asia, Europa del Este y ahora África y una mayor presencia ante los organismos internacionales, muchos de ellos de reciente creación. Y, sencillamente, no hay personal.

- La Agencia Chilena de Cooperación Internacional (ACHGI) cuenta con recursos tan escasos que ha habido años que sólo podía pagar los sueldos del personal y realizar actividades financiadas por otros Estados mediante la triangulación de servicios. Todo ello en momentos en que la cooperación internacional es uno de los instrumentos más importantes de la actividad de un país moderno.

- En Chile no existe ningún departamento dedicados a la investigación y planificación de nuestras relaciones internacionales, ni en el Estado, ni en el sector privado, ni en las instancias universitarias. En la Cancillería existe una Dirección de Planificación pero no es un organismo de planificación diplomática.
Esta situación es sumamente grave ya que deja abierto el campo a la improvisación.

-En Chile no hay ningún Doctorado en Relaciones Internacionales, apenas cuatro Maestrías en la Disciplina y apenas una Licenciatura en ese campo. Esta situación contrasta con las tendencias mundiales e incluso latinoamericanas. Es así que en  Brasil hay más de diez mil alumnos en programas de estudios internacionales, varias Licenciaturas , Maestrías  y Doctorado. Algo similar existe en México y, en un grado menor en Argentina, pero muy superior a la situación chilena.
-En Chile no existen mecanismos de financiamiento para la redacción de libros, para su impresión y redes de distribución. En lo referente a revistas está  “Diplomacia”, de la Academia Diplomática que bajó de seis números al año, con un tiraje de cuatro mil ejemplares a uno al año con un tiraje de  mil ejemplares.
Hay que dejar constancia que las Revistas de la Marina, del Centro de Estudios e Investigaciones Militares (CESIM) y de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE) publican ensayos y artículos  sobre temas internacionales, en forma esporádica.

-FONDECYT financia al año menos de diez investigaciones parciales sobre estudios internacionales, cantidad ínfima del total de proyectos que aprueba. Además los evaluadores no son especialistas en relaciones internacionales.

-Una de las novedades del mundo moderno ha sido la aparición de organismos internacionales en el ámbito de la Ciencia Política, de las Ciencias Sociales o de las Relaciones Internacionales, como en nuestro caso de ACHEI, FLAEI, o WISC (Comité Mundial de Estudios Internacionales en sus siglas inglesas). Los Congresos y Seminarios de estas asociaciones son enormemente importantes ya que ahí se fija la  Agenda Mundial de los temas que se estiman prioritarios. Y, de hecho, han sido instrumentos de las grandes potencias para legitimar e imponer concepciones que promueven sus intereses.

Por ello que los países globalizados financian estos eventos y la participación de especialistas partiendo por lo mínimo:  El pago de pasajes y gastos de estadía.

En Chile no existe nada parecido y la tónica ha sido la de estar ausentes de esos eventos, situación altamente peligrosa. Prefiero no ahondar en la materia.

En el pasado se argumentó que el país no tenía recursos para abordar las expensas que imponía el desarrollo de estas actividades y de las instituciones que hay que crear o promover. Esta argumentación podrí a tener cierta validez cuando Chile tenía una economía cerrada y las exportaciones de cobre eran monopolio de empresas de propiedad extranjera.

Hoy el cuadro es radicalmente distinto.

Nuestra prosperidad depende de la eficiente inserción en el mundo, no sólo  en los aspectos económicos, también en los políticos, culturales y científicos.

Y debemos responder a los nuevos desafíos que enfrentamos.